¡Qué ilusión, un día de campo! ("El día de la hormiga")

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Lo de pasar un día en el campo, tendría que estar subvencionado por la "AIAHC" (Asociación internacional de amigos de la hormiga campestre) ya que, en definitiva, las que pasan un día estupendo son ellas. Comen como reinas, rompen la monotonía de su vida en la hierba (que debe ser aburridísima) y nos tocan las narices notablemente, lo que, a buen seguro, aumentará su autoestima de hormiga y contribuirá a la conservación de esa especie tan tonta. Es curioso, junto a las moscas, nos resultan tan familiares que ya no nos producen más que molestias y nuestro objetivo es acabar con ellas sin miramientos, por muy ecologista que uno sea. Ni siquiera nos dan grima, hasta que las vemos ampliadas en fotos y nos damos cuenta de que son realmente asquerosas.
Amo la naturaleza y a sus múltiples bichitos, pero en la distancia. Ellos tienen su hábitat y yo el mio. Si a mí me molesta que ellos entren en mi casa, ¿con qué derecho invado yo la suya un domingo entero? Por una sencilla "regla de tres", si yo los atufo con insecticidas en mi territorio, ellos, si pudiesen, me asesinarían en el suyo y esto no me hace ninguna gracia.


Fotografía de Allan I Jeger

EL “PICNIC” DE LOS FERNÁNDEZ
(Tragicomedia familiar)

Domingo primaveral, primeras horas de la mañana. La familia Fernández al completo, espoleada por la madre, Mercedes, se dispone a pasar un día campestre con comida incómoda incluida. Lo que los americanos llaman absurdamente “picnic”, expresión cursi donde las haya, cuya única virtud es recordarnos el maravilloso cogote de Kim Novak con el pelo recogido, en la inolvidable película del mismo nombre.

Mercedes.- ¡Vamos! Niños, al coche. ¡Venga, por favor, que se nos echa el tiempo encima!
Luís.- (El padre de familia, cuarentón, amante de la tranquilidad, el buen humor, el buen comer y, en general, de cualquier cosa que no se parezca a un “picnic”) Tranquila Merche, termino el café, un cigarrito y salimos.
M.- ¡Claro! Y luego, como siempre, llegaremos tarde. Mira, ya estoy sudando.
L.- (Bostezando) No me extraña, con ese agobio. A ver, piensa que al campo nunca se llega tarde por la sencilla razón de que el campo está ahí siempre, en su sitio. El campo no se va a ninguna parte si ve que no llegamos nosotros. Y no creo que hayas quedado con él a una hora determinada, como en el dentista.
M.- Yo sé lo que me digo. No quiero perder la mañana. ¡Niñooooos!
L.- Merche, por favor, son las nueve menos cuarto de la mañana, es domingo y al dichoso campo llegamos en una hora. Tenemos el resto del día para no hacer nada varias veces. Relájate un poquito, anda.
M.- Escucha, yo llevo más de dos horas levantada preparándolo todo, mientras los demás seguíais durmiendo como cerditos y ensuciando los cuartos de baño para que yo vaya luego a limpiarlos. ¿Y quieres que me relaje? Es el único día de la semana que tengo para descansar, estar con vosotros y olvidarme de los cretinos de la oficina. Pero, claro, a ti todo eso te trae sin cuidado.
L.- No me trae sin cuidado, cariño, pero te recuerdo que la idea del picnic es tuya y los demás, sencillamente “vamos”. Unos más encantados que otros, pero vamos, que no es poco. Otra cosa es que conviertas esta excursión en una experiencia frenética y acabemos todos mañana en el siquiatra en lugar de llevar a los niños al colegio.
M.- Bueno, venga. ¡Carlos! ¿Dónde está tu hermana?
Carlos.- (Catorce años. Una enorme fábrica de hormonas) Está detrás con Sánchez para que haga pis y lo otro.
M.- Pues que lo vaya metiendo en el coche y que no se olvide de ponerle debajo su manta. ¡Alvarito! Que nos vamos y te quedas sólo en casa, como el de la película.
Alvarito.- (Cinco años y cara de pillo) ¡Qué güay! Entonces, ¿me puedo quedar con Sánchez?
M.- ¡Si, hombre! Lo que nos faltaba. El perro, también viene. ¡Vamos!
L.- (Hablando para sí mismo, mientras se ajusta el cinturón de seguridad) Los que deben estar realmente impacientes son los miles de bichos que nos van a hacer el día inolvidable, ya verás. ¡Con lo a gusto que estaríamos en ….
M.- (Abriendo a los niños la puerta trasera) ¿Se puede saber qué murmuras?
L.- Estaba tarareando el “aserejé”
M.- Ya, ya. Pareces un loco, hablando solo.
L.- Y tú pareces el general Rommel, dando órdenes
Alvarito.- (Acomodado en su sillita reglamentaria) Papi, ¿falta mucho?
L.- Falta todo, hijo. Aún no hemos arrancado
Carlos.- El enano quiere decir que si vamos muy lejos, papá.
L.- Muy lejos, lejiiiisimos. No sé si algún día podremos volver. ¡Dios mío, ayúdanos!
Paula.- (La mayor, 17 años, monísima y con todo el “pavo” del mundo) No empieces con esas bromas, que me ponen muy nerviosa.
M.- (Subiendo al asiento del copiloto) Ya estamos todos. ¡Los cinturones!
L.- ¡Señor, sí señor! ¿Lleváis todo? No me hagáis volver a los diez minutos, como siempre. Repasad: la comida para los bichos horribles, el rifle anti-avispas, los machetes vietnamitas. ¿Habéis cogido el antídoto contra picaduras mortales? Mirad bien.
M.- Calla, pesado. ¿Lleváis todo niños?
Todos.- ¡Síiiiiiii!
Sánchez.- (Cocker color canela, vivaracho y con un flequillo muy gracioso) ¡Guau, guau!
M.-Pues ¡hala, arranca!
Alvarito.- ¿Cuánto falta?
L.- Dos o tres días, hijo.
M.- Un ratito, chiquitín, no le hagas caso a papá, que es tonto. Ponte cómodo y duerme un poco.
Paula.- Pon música, papá, pero no pongas esos rollos vuestros, ¡eh!
M.- Espera que estemos en la autovía. Déjate ahora de música.
Paula.- ¡Jopeta, que rollo!
Carlos.- ¡Oh! La pijita se aburre nada más salir. “o sea, ¿no?” ¡Qué flipe tía! ¡Jopetaaaa!
Paula.- ¡Imbécil!
M.- No empecemos ¿eh?
L.- ¿Queréis oír algo actual, Machín, Raphael? ¿Los Tres Sudamericanos, tal vez?
Paula.- Ja, ja. Muy gracioso el señor.
Carlos.- Me hago pis
M.- Carlos, por favor. ¿A que te doy un bofetón?
Carlos.- Vale, vale. Era broma.
Alvarito.- Yo sí que me hago pis
L.- ¡Yo también! ¡Virgen Santa! ¿Qué hacemos ahora?

*

Tras buscar el lugar adecuado junto al pinar, cerca el arroyo, sacar del maletero la intendencia y marcar el territorio con un enorme mantel de cuadros blancos y rojos, transcurrió la mañana campestre de los Fernández entre risas, protestas y carreras detrás de Sánchez, cuyo instinto le obligaba a marcharse detrás de cualquier cosa en movimiento, como a Harpo Marx le empujaba a correr detrás de las chicas tocando una bocina.
Por fin llegó la hora de comer, el momento más esperado del día, especialmente para Luís. Bueno, para él era el “único” momento del día.

L.- ¿Comemos? Estoy agotado de no hacer nada.
M.- Vale, llama a los chicos. Mira, Carlos y Álvaro están con el perro en el arroyo, coleccionando piedrecitas redondas. Paula en el pinar, con un amigo.
L.- ¿Un amigo, qué amigo?
M.- Un amigo al que ha explicado por el móvil dónde estábamos y ha venido a verla. Mira, allí están.
L.- Ese que la abraza y no la deja respirar ¿es el amigo?
M.- Si y tu hija dice que la gusta mucho. Que es muy dulce con ella.
L.- ¿Dulce? A mí me encanta el “todo-terreno” de nuestro vecino y por eso no me meto dentro a sobar el volante y dar lametones al salpicadero.
M.- No seas histérico. Que te conozco ¿eh?
L.- Bueno, paciencia. Que baje la niña y vamos a comer de una vez la tortilla y los escalopes. Tengo hambre ¡Y no de dulce precisamente!
M.- Luís, tengo que contarte algo, cariño.
L.- Después de comer.
M.- A eso me refiero. No hay un después porque…. No hay nada para comer
L.- ¿Quéee? ¿Estás de broma? ¡Ah, ya sé! Están grabando un “reality” de esos de inocentadas ¿no? ¿Dónde está la cámara oculta? ¡Anda, dímelo!
M.- Luís, es cierto. Los escalopes los ha devorado Sánchez en un instante mientras tú dormías y yo me quitaba los padrastros de la mano izquierda. La tortilla ha sido invadida por una nube de hormigas enormes que han entrado en el “túper” por la rendija del vacío y llevan toda la mañana de guateque.
(Mercedes abre el recipiente y en su interior sólo se observa una enorme bola negra de bichos, cubriendo totalmente la tortilla)
L.- ¡Muy bien, ellas lo han querido!
(Perdiendo los nervios y dando manotazos como loco, a la tortilla y a las hormigas) ¡Hay que echar a estas bestias, a ver qué queda de tortilla y si no queda, hacemos una hoguera y freímos a las hormigas y nos las comemos, joder!
M.- Tranquilízate, por favor. El novio de la niña ha traído comida, no te preocupes, cielo.
L.- ¿El novio? Hace un momento era su amigo y ¡¡ya son novios!! ¡Fantástico! A este ritmo, en unas horas celebraremos su boda y, al caer la tarde, asistiremos al primer parto ¿no? ¡Qué bárbaro! ¡Cómo evolucionan las parejas hoy en día!
(Hablando con los ojos muy abiertos, como loco, mirando al suelo y haciendo muchos aspavientos con manos y brazos))
En un par de semanas, probablemente seré bisabuelo y al mes, se divorciarán y nos dejarán seis o siete nietos y diez o doce bisnietos a nuestro cargo, arruinando completamente nuestra vejez. ¡Qué ilusión más grande!
M.- Luís, el muchacho es muy majo.
L.- ¡Menos mal! Sólo faltaba que fuese un asesino en serie o un pirómano. ¡Qué peso me quitas de encima! Al menos no nos descuartizará para quedarse con nuestros órganos y nuestra hipoteca, ni quemará la casa con nosotros dentro, mientras se come los higadillos de Sánchez.
M.- Te estás pasando. El chico ha estudiado en una escuela de cocina en Suiza y nos quiere invitar con lo que ha traído.
L.- ¿Qué ha traído? ¿Lencería sexy, juguetes obscenos? ¿Un juego de esposas para atar a mi hija a los barrotes de la cama? ¿Una pipa de crack? ¡Dios mío, mi niña con un monstruo!
M.- Ha traído rape en salsa de carabineros.
L.- ¡Qué paciencia necesita uno, Jesús! ……. Rape en salsa ¿con carabineros?
M.- Si y creo que está espectacular, como tú dices.
L.- Y tú, ¿por qué lo sabes?
M.- Porque me lo ha dicho la niña.
L.- ¡La niña, la niña! ¿Qué va a decir la niña, de ese degenerado que la hipnotiza? Por cierto, ¿Cómo se llama?
M.- Iván
L.- ¿Iván? ¡Vaya nombre más ridículo! ¡Lo que hay que aguantar! Bueno, diles que bajen.
M.- ¿Seguro?
L.- ¡Qué remedio!

*

La comida ha concluido y, antes de volver a casa, que es lo único sensato que se puede hacer desde que se llega al campo, los Fernández se sientan en el suelo alrededor del mantel, con Iván el novio de Paulita, en animada y sorprendentemente pacífica tertulia.

L.- Querido Iván, he de reconocer que este rape con esta salsa que has traído, es uno de los platos más espectaculares que he comido en mi vida.
Iván.- (Joven presumido, con ropa deportiva de marca y pelo engominado) Gracias. Esto es lo mejor, que se lo reconozcan a uno.
L.- ¡Y cómo! Menudo manjar. Enhorabuena, majete.
Iván.- En el “restaurant” de París que tiene papá, es el plato “étoile”.
L.- ¿Ah, si? No me extraña. Y ¿tiene más restaurantes tu papi?
Iván.- Veintiocho, creo…. ¡no! Veintinueve, con el nuevo de Shangai.
L.- ¡Coño! … quiero decir ¡Caramba!
M.- Ya se te pasó el berrinche ¿no? Tú, comiendo bien y "hablando de negocios", eres feliz.
L.- Y dime, hijo ¿Haces otros platillos tan ricos como éste?
Iván.- ¡Of course! Ya les avisaré para hacer “un goûter” de diferentes recetas mías, si le parece bien, para todos, en su casa.
L.- En “nuestra casa”, que es tu casa desde hoy. Que lo sepas, hijo.
Paulita.- (Aparte, a su madre) Es increíble. ¡Será hipócrita!
Carlos.- Papi, tienes un morro que te lo pisas.
M._ ¡Carlitos! Estás a punto de llevarte la bofetada del día.
Iván.- Aprovechando la coyuntura, quería comentarle lo del viaje a final de mes.
L.- ¿Viaje?
Iván.- ¿No le ha comentado Paula nada al respecto?
Paulita.- Ni se me ha ocurrido ¡Menudo papelón!
L.- Cuenta, cuenta.
Iván.- Pues que pensaba celebrar nuestro primer trimestre, obsequiándola con una escapadita a Roma. Cinco días, nada más.
(Silencio absoluto y miradas al cielo por parte de los Fernández, excepto Luís que queda mirando a Iván fijamente, con las cejas levantadas)
L.- ¿La niña y tú?
Iván.- Si, claro. Será inolvidable.
L.- ¿Solos?
Paulita.- No papá, vamos con el Orfeón Donostiarra y doscientos amigos japoneses que nos van a sacar unas fotos. ¡Pues claro que solos!
(Varios segundos de silencio e incertidumbre)
L.- De acuerdo, me rindo. Todo sea por el rape y la cocina excelsa.
Paulita e Iván.- ¡Gracias papi!
M.- ¡Menos mal!
Carlos.- ¡Qué decepción! Papá, lo siento, estás acabado.
Alvarito.- ¿Falta mucho para llegar a casa?

Rick. Madrid  2008 Del libro "La Rebelión de los Pucheros"

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Rick. Diciembre 2009

¿Por qué, con Franco no ganábamos a nadie?

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En los últimos años, "la roja" arrasa, estamos de moda, nos temen. Lo ganamos casi todo, somos campeones de Europa de fútbol y baloncesto (y del mundo ¡quién lo diría!), Copa Davis de tenis, hockey, balonmano, gimnasia rítmica, copamos los Tours ciclistas, las carreras de motos, ganamos medallas, tenemos primeras figuras en fórmula 1, golf, kárate, alpinismo, vela, tenis, atletismo, y no sé cuantas cosas más, hasta el punto de que ya, ni le damos importancia, algo típico de los españoles.
Y yo me pregunto: ¿Por qué, con Franco no ganábamos a nadie?  Los éxitos actuales, demuestran, a todas luces, que genéticamente estamos preparados para cualquier hazaña deportiva. Algo fallaba, entonces.
Con Franco la táctica era apelar a la "raza" (o sea, a los "huevos"), curioso término guerrillero que se empleaba para disimular la falta de técnica, preparación física, métodos de entrenamiento, subvenciones deportivas, organización oficial, etc. Lástima que el término "deporte" fuese siempre asociado al de "cultura", muy mal visto por aquellos pagos.
Solamente con "raza" era imposible ganar ni a las canicas. Alguien dirá: "¡Hombre! piensa que salíamos de una guerra civil". No me vale: los alemanes (y alemanas) por ejemplo, que tenían muchos más escombros que nosotros, destacaban en casi todo. Daba igual, siempre estábamos en el pelotón de los torpes.
Apenas maquillábamos nuestro fracaso, gracias a genios individuales que sacrificaban su vida y su economía, por el deporte y normalmente, eran hijos de profesionales de clubs de tenis, golf, o esquí, o tenian una tienda de bicis y lo mamaban desde pequeños, o simplemente, porque sonaba la flauta, pero nunca por medio de los cauces oficiales. El mérito era exclusivamente de ellos, de los Bahamontes, Santana, Nieto, Ballesteros, Ochoa y tantos otros. No debe confundirse el orgullo que experimentábamos los españoles con sus triunfos, con la identificación nacional a nivel oficial. Curiosamente, el único deporte de equipo en el que éramos intratables era el hockey sobre patines, pero, hete aquí, el detalle de que todos eran catalanes y, claro, no era cuestión de darle mucho pábulo al asunto, no fuese a ser que esa "gente" se viniese arriba. Contaba un allegado al Pardo, que Franco, en una ocasión rechazó unas chocolatinas francesas. ¿No le apetecen, su Excelencia? preguntó el asistente "Ez que zon catalanaz" respondió el Caudillo. Tras explicarle, con mucha mano izquierda, que la "t" final de "chocolat" no correspondía a un adjetivo catalán, si no a un término francés, le respondió, sin dar su brazo a torcer: "Zi, zi, franced, pero hecho en cataluña". ¡Así, nos lucía el pelo!
Recuerdo que, cuando Paco Fernández Ochoa ganó la primera medalla de oro en una Olimpiada (Olimpiada de Invierno, que no sabía nadie en España, ni que existía tal competición) le pasearon en descapotable por las calles como si acabase de llegar de la luna. ¡Qué cosas! Acostumbrados únicamente a celebrar que un muchachote de Barakaldo (entonces, Baracaldo) levantaba unas piedras gordísimas, que Zarra había metido un gol a no sé qué equipo extranjero, que Marcelino metió otro a los comunistas, o a que el Real Madrid ganaba la Copa de Europa, lo del esquiador, nos parecía la monda.
Hemos tardado, pero no por culpa de nuestro espíritu deportivo, si no por culpa de la puta "raza" y de su inventor. Ahí tienen al culpable.
Fuerteventura , Diciembre 2009

Cubanos

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"Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia esta ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor....."
Así comenzaban todos los libros de Astérix y, aunque las similitudes entre Abraracúrcix y Fidel, son inexistentes,  por un recurso de mi subconsciente, con este símil tan gráfico como ingenuo, entendía yo a Cuba en mis años de luchador por la libertad. Pasa el tiempo y comienza a cuartearse la piel, junto a las ideas y a los ideales. Lo que era frescura e improvisación se convierte, poco a poco, en un guión dirigido por desconocidos, para unos actores que repiten, una y otra vez, la misma escena, con paciencia infinita y sin recompensa.
Ellos, los cubanos, son los que, abriéndose paso a codazos entre las dificultades, pelean discuten, rien y lloran en esa pieza teatral acartonada, por puro amor a su escenario. En ellos, no en su historia ni sus manipuladores, reside el secreto de esa Cuba especial, tan diferente y duradera. No he conocido  a nadie tan apegado, incluso en el desarraigo, a su tierra, su gente, sus costumbres. Aunque sólo fuese por ello, merecen el respeto de todos.



Esta selección de fotografías, así como el "Poema cubano" (anónimo) que figura en esta entrada, me las cedió mi amiga Ruth Mirna Trutié y yo me he permitido ampliarlas con algunas más de archivo, para completar el montaje.
En el poema he respetado las mayúsculas del original.

Poema Cubano

RESISTE TODO APAGON
ILUMINATE CON VELA
CEPILLA CON SAL TUS MUELAS
Y COME COMO UN RATON
TRABAJA COMO UN CABRON
LIMPIATE BIEN SIN PAPEL
ENDULZA EL CAFÉ CON MIEL
MONTA CARRETON DE MULO
APRIETATE BIEN EL CULO
Y GRITA VIVA FIDEL



TOMATE EL AGUA CALIENTE
AL BAÑO VE SIN JABON
TOMA EL AZUQUIN POR RON
PARA DESPEJAR LA MENTE
FRIEGA BIEN SIN DETERGENTE
HAZ LAS CARTAS SIN PAPEL
DIBUJA BIEN SIN PINCEL
HAZ COMIDA SIN CARBON
Y PARA SER MAS CABRON
REPITE VIVA FIDEL



VE AL TRABAJO SIN ZAPATOS
AFEITATE SIN CUCHILLA
COME SOYA POR TERNILLA
Y CEOLITA POR SULFATO
COME FRICASE DE GATO
ADOBADO CON LAUREL
COMO COMUNISTA FIEL
CURATE SIN MEDICINA
MANEJA SIN GASOLINA
Y GRITA VIVA FIDEL



ALUMBRATE CON CHISMOSA
ALMUERZA CON HAMBURGUESA
PARA QUE CAMBIE LA COSA
SI QUIERES TENER ESPOSA
CASATE SIN HOTEL
PON LA MESA SIN MANTEL
USA EL CALZADO SIN MEDIA
Y SI NO QUIERES TRAGEDIA
GRITA QUE VIVA FIDEL



ESCRIBE SIN LAPICERO
HAZ LAS COPIAS SIN CARBON
POR CAFE TOMA INFUSION
Y PIENSA COMO UN CARNERO
Y COMO BUEN ZAPATERO
HAZ UN ZAPATO SIN PIEL
CORTA UN CUERO SIN TROQUEL
Y NO USES PEGAMENTO
Y LEGALIZA EL INVENTO
GRITANDO VIVA FIDEL



VE A OTRO PUEBLO EN BICICLETA
Y NO USES DESODORANTE
Y PARA ESTAR ELEGANTE
ANDA CON SHORT Y CHANCLETA
Y SI QUIERES SER MACETA
Y COGER UN BUEN NIVEL
MONTATE EN UN CARRUSEL
VENDE, COMPRA Y ESPECULA
JINETEA Y BUSCA FULA
Y GRITA VIVA FIDEL

ESTE ES EL SIGNIFICADO DE ALGUNAS PALABRAS DEL VOCABULARIO CUBANO
AZUQUIN:
BEBIDA ALCOHOLICA HECHA CON BAJOS RECURSOS, BUENA EN CURA DE PARASITOS. PUEDE SER DAÑINA PARA LA MEMORIA
SOYA: (Soja)
FAMILIA DE LOS GRANOS PRIMA HERMANA DE LOS FRIJOLES Y DESCENDIENTE DEL CHICHARO. PRODUCE INSOMNIO, MAL CARACTER, MAL ASPECTO FISICO Y TENDENCIA A SACAR EL DEDO. (YA SABEN QUIEN LO CONSUME)
MACETA:
PERSONA CAPACITADA PARA RESOLVER BIENES MATERIALES USANDO EL MERCADO NEGRO COMO ESCAPATORIA. ESTA ESPECIE SUELE DURAR POCO TIEMPO,
FULA:
PALABRA PROVENIENTE DEL LATIN: DÓLARES
CHISMOSA:
LLAMADO CANDIL, ES COMO UNA LATA CON UNA MECHA, SE USA PARA ALUMBRAR CUANDO NO HAY CORRIENTE ELECTRICA, DESPRENDIENDO MUCHISIMO HUMO NEGRO
FIDEL:
SE CREIA QUE ERA HIJO DE LINA RUIZ, PERO SE HA CONFIRMADO QUE ES HIJO DE ...


Rick. Fuerteventura 2009

Seguridad Social ¿Hasta cuando?

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Con el paso del tiempo y, a tenor de las crisis que nos azotan últimamente, como jodidas plagas bíblicas, hablar de la Seguidad Social, manteniendo el tipo del término "seguridad", no resulta fácil. El sistema financiero de tan simpática organización, es un chanchullo con pies de barro, no nos engañemos. En el momento en que bajen las cotizaciones, o sea, de aquí a nada, no sé de donde van a sacar el dinero para mantener el kiosko. O empezamos a convencer a la juventud, de que la familia numerosa es ua maravilla divina, al alcance de unos pocos privilegiados (que no se lo van a creer) y ampliamos la jubilación hasta los instantes previos al fallecimiento del ciudadano, o en poco tiempo habrá muchos más enfermos gastando, que currantes soltando euros. Matemática simple. Me río yo de las previsiones que proclaman unos y otros, en el Congreso; cuando llegue el momento del ¡pum! (igual que ha pasado con la dichosa burbuja inmobiliaria), todos pondrán cara de "A mí que me registren" y, más de uno que yo me sé (el tocahuevos de siempre) echará mano de herencias desastrosas de la oposición derrochadora.

                                *¡Está bien, Madoff! ¿De dónde sacó la idea de pagar a los
                                  primeros invesores, con el dinero de los que venían después?
                                *Del sistema de la Seguridad Social
                                 (Indianápolis Star)

A continuación les muestro el reportaje realizado por el equipo de invstigación de este Blog, en una consulta de la Seguridad Social, tomada al azar. Es lo que hay!


Cámara oculta en la consulta del Doctor Menta, dermatólogo de la S.S. (Seguridad Social, no las “SS” nazis. Aunque… bueno, ¡dejémoslo!)
Doctor.- ¡El siguiente!
Paciente.- Buenos días
D.- Buenos días. Es usted Alejandro ¿verdad?
P.- Si señor, Alejandro Medario, para servirle.
D.- Muy bien. Siéntese, por favor y dígame ¿qué tal está?
P.- Pues estupendamente, gracias a Dios. Pero lo he “pasao” muy mal, muy mal.
D.- Cuénteme.
P.- Pues una mañana empezaron a salirme unos granitos en el cuello, pequeñitos y blancos que luego se extendieron al pecho y a los brazos y mi mujer me decía: “Eso es una “erución” sin importancia” Claro, como soy autónomo, ella pensaba: “Este no trabaja, no cobra, no comemos”
D.- Muy lógica su señora.
P.- Ya. Pero, poco a poco los granitos, que dicho sea de paso, picaban un huevo, se extendieron a espalda, cintura, muslos y pantorrillas y mi mujer “erre que erre” “Hijo, no seas quejita, total por una urticaria de nada”. A la semana, tenía granitos picantes hasta en las uñas. Todo mi cuerpo estaba rojo como un centollo, la fiebre me subió a cuarenta grados, llevaba sufriendo un mes y medio y fue entonces cuando, en contra de la opinión de mi Concha, fui a pedir hora para el… o sea para usted, propiamente.
D.- Entiendo. Y esto fue ¿hace?
P.- Creo que unos catorce meses.
D.- ¡Vaya, vaya! ¿Y le dieron el consejo de la gallina en pepitoria al pedir hora?
P.- Claro que sí. Es lo que me ha mantenido con esperanza todo este tiempo de sufrimiento. Comía a diario la gallina en pepitoria con higaditos y todo y disfrutaba de lo lindo, al tiempo que pensaba que si usted lo recomendaba siempre como remedio provisional hasta llegar a la consulta, sería por algo y aquí me tiene, tan ricamente. Lo malo es que he engordado cuarenta y ocho kilos.
D.- ¡Qué barbaridad!
P.- Claro, a ver: tanta grasa, tanta proteína, es lo que tiene. Además me ha subido el azúcar, el colesterol y no se qué más cosas, así que estoy citado en el endocrino dentro de un año y pico
D.- Bueno, Alejandro, pues paciencia. Me alegro mucho de su mejoría. A seguir bien.
P.- Gracias Doctor. Buenos días.

***

D.- El siguiente!
P.- Buenas.
D.- Buenos días ¿Carmelo?
P.- Si. Carmelo Temía ¿Me puedo sentar?
D.- Mire a ver si puede. Usted dirá, buen hombre.
P.- Es que estoy, y perdone la expresión, lo que se dice, completamente jodido.
D.- Muy gráfico, sí señor.
P.- Todo empezó con una manchita morada en la pantorrilla izquierda.
D.- Podría ser roña.
P.- No, porque a los pocos días, toda la pierna estaba morada. Fue entonces cuando pedí hora y me dijeron que año y medio y no sé qué de gallina en salsa de algo raro. Así que me dispuse a tener paciencia y con vendas y baños diarios con sal, he aguantado hasta hoy.
D.- Bueno, Carmelo, quítate los pantalones y te tumbas en la camilla.
P.- Le advierto que la mancha ha crecido como el chapapote.
D.- Pero, ¡hombre de Dios, cómo tienes las piernas!
P.- Ya le dije.
D.- Veamos, esto está perdido. Por aquiii ¡Hmmm! nada que hacer y la zona genital pueeees, tres cuartos de lo mismo. Vale, ¡hala! Ya te puedes vestir.
P.- Mira que le dije a la Señorita del Ambulatorio: “Que esto lo veo muy feo, que va a acabar mal la cosa” Y mira si tenía yo razón.
D.- ¡Cuanta razón tenías! ¿Y dices que no has comido la gallina en pepitoria en todo este tiempo de convalecencia?
P.- Pues mire, no. Lo siento pero es que me parecía una gilipollez, sobre todo teniendo en cuenta que se me estaban pudriendo las piernas y no me hacía caso nadie.
D.- Muy bien, muy bien, pues ahora, por listillo tienes todas las papeletas para quedarte sin piernas y sin testículos por no llevar el régimen adecuado. Ya ves la gilipollez.
P.- Pero ¡Si yo pedí hora hace un año y medio!
D.- Ya, ya, pero no has seguido las indicaciones y, claro, qué quieres que haga yo ahora ¿eh? Yo tengo la culpa de todo ¿no? ¡Qué fácil!
P.- Bueno ¡esto es el colmo! Y ¿qué pasa con mis piernas y con mis huevos?
D.- Te lo diré. Por lo pronto bajas al vestíbulo y con este volante que te facilito, pides hora para el cirujano que te aliviará de zonas perdidas sin remedio. Si te dan hora para la fecha que imagino, te aconsejo que tomes a diario gallina en pepitoria y de paso, hagas testamento para evitar conflictos entre tus herederos y quedar como un señor.
P.- Pero, entonces ¿mis posibilidades de mejorar?
D.- Pocas, yo diría que nulas, para que nos vamos a engañar y perdona, pero tengo una mañana de las de no te menees. Buenos días.



***
D.- ¡Adelante!
P.- ¿Se puede?
D.- ¡Vamos hombre, que no tenemos todo el día!
P.- ¿Puede pasar la niña?
D.- Si, si que pase la chiquilla también
P.- Es mi sobrina
D.- Estupendo. Usted ¿se llama?
P.- Servando Lorido y la nena se llama Pili.
D.- Bueno, usted dirá. ¿Qué le pasa?
P.- Pues a mí ya no me pasa nada. Eso sí, me pasó. Verá, cuando yo pedí hora con usted, hace más o menos dos otoños…
D.- Exactamente el doce de Noviembre del año antepasado. Aquí está, no se nos escapa detalle. Somos eficientes a pesar de las críticas. ¡Sí señor!
P.- Bueno, pues eso. Yo, en ese momento tenía un “golondrino” ¿se dice así? en un sobaco, asociado a dos enormes forúnculos que crecían por momentos como si fuesen repollos. No puede imaginarse el dolor tan horroroso que provocaba cualquier aproximación del brazo hacia el costado.
D.- Si. Si puedo. Continúe y sea breve.
P.- Como le decía, era tal el dolor que iba todo el tiempo con el brazo en jarras como si fuese a dar un pase de pecho o a cantar “La Violetera” de un momento a otro. Mi único consuelo era pensar que la gallina en pepitoria que comía a diario, acabaría por disolver esos monstruos que no me dejaban dormir, ni trabajar, ni coser, ni abrazar a mi mujer, ni nada. El tiempo pasaba muy despacio y mi visita con usted, cada vez parecía más lejana. Hasta que, un día, mi mujer, no sé si harta de guisar gallina a todas horas o asustada por el tamaño de los forúnculos, que ya eran como melocotones, desinfectó una aguja de hacer punto y me la clavó en las dos cabezas blancas de los terribles granos. No puede hacerse idea de lo que pudo salir de aquellos dos agujeros.
D.- Si puedo. Claro que puedo ¡Soy el médico, caramba! ¡Abrevie!
P.- Toda una tarde estuvo apretándome los bultos para sacar todo lo maligno y a punto estuvo de sacarme hasta los higadillos. Yo soporté el horrible dolor pensando que me liberaría definitivamente de esa pesadilla como la parturienta lo soporta pensando en acabar cuanto antes. Tras varios meses de curas diarias, he conseguido recuperar la normalidad. ¿Quiere que le enseñe un sobaco curado?
D.- No, gracias, ¡que asco! Ni se le ocurra. Lo que no entiendo es que haya venido a darme la paliza contándome las guarradas de sus axilas, meses después de tener su problema solucionado. ¿Es una especie de venganza, una promesa, tal vez?
P.- No, nada de eso. Escuche, como es tan difícil que le den a uno hora en el especialista en un plazo razonable que, además coincida con el proceso de la enfermedad y ya que me tocaba hoy, después de veintiséis meses, pues me he dicho: Voy a llevar a mi sobrina para que le vea esos granitos tan feos que le salen a la chiquilla en la carita.
D.- Pues ya están vistos.
P.- ¿Y?
D.- Pero, por favor. Es acné. Tiene “granitos” en la “carita” como cualquier adolescente que se precie.
P.- Y ¿se le pasará a Pili?
D.- Si, claro, como a todas las “Pilis” del mundo a lo largo de la historia. Agua, jabón y una pequeña dosis de paciencia. ¿Algo más Fernando?
P.- Servando, si no le importa.
D.- Da igual. Buenas tardes.
P.- ¿Debe tomar gallina en pepitoria?
D.- ¡Válgame Dios! Si, si, que la tome. Además engordará, que la tienen hecha un adefesio. Es más, la piel de la gallina tiene un alto contenido en hormonas femeninas, así le crecerán los pechines, se echará novio, se irá con él y dejará en paz a sus padres, a su señor tío e incluso a mí.
P.- Gracias por todo doctor.
D.- De nada Bernardo. Adiós Manoli.
¡El siguiente!

Doctor, no se lo va a creer pero, ... hay un gallo en la sala de espera que quiere verle.
D.- ¡¡Que pase!!

Rick. Del libro "La rebelión de los pucheros" Madrid 2007

Las playas de Fuerteventura. Un paraíso cercano.

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Se dice, y con razón, que Fuerteventura tiene algo más que sus playas. Ya dejé, en un apunte de este blog, las sensaciones y los motivos por los que esta isla ha entrado en mi vida; en estos dos años, creo haberla conocido de punta a punta y sé que tengo mucho más, aún por descubrir. Sus posiblidades en cuanto a ocio, tanto deportivo como de recreo o aventura, se refiere, son inmensas; su patrimonio cultural, si no extenso, es denso en historia y costumbres; su magia plácida te permite una vida sosegada. Todo ello es cierto, pero hay que reconocer que el protagonismo de sus playas, tan diferentes, tan variadas de este a poniente, de norte a sur, es merecido. Os regalo unos instantes paz, con esta pequeña selección de fotografías. ¡Salud!

Selección de  Free Photos Fuerteventura. Flickr

Rick.  Fuerteventura Nov. 2009

Cada día, más solos, aunque nos disfracemos de "singles"

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Los humanos, somos la únca especie capaz de evolucionar tecnológicamente, de crear nuevas tendencias y tomar decisiones frente a ellas, aunque no siempre en la dirección correcta, en cuyo caso, también somos capaces de caer en contradicciones sorprendentes. En las úlimas décadas, por múltiples razones que no vienen al caso, ha aparecido la figura del single (*) No es un disco de cuatro canciones, ni un partido de tenis entre dos tipos de blanco, no. Ni siquiera hace referencia al verbo castellano "Singlar" que define el modo de navegar en una dirección determinada, verbo del que deriva el simpático término marinero: 
(*) SINGLE (Del ingl. single).
1. adj. Mar. Se dice del cabo que se emplea sencillo, como la braza, el amantillo, etc., cuando uno de sus extremos está atado al penol de la verga.
que, aunque me suene fatal eso de que algo vaya atado al penol (que no quiero ni pensar lo que es) de una verga (que creo saber lo que es), no tiene nada que ver con la nueva definición que los "modernos" se han sacado de la manga, con absoluto desprecio por nuestro idioma.
No hace tanto tiempo que, las personas que vivían solas, no eran vistas con buenos ojos. Una señorita de principio de siglo, que estaba sola, era clasificada sin piedad, salvo que fuese viuda; un hombre solo, sugería razones turbias o, al menos, una vida desordenada, golfa, ¡vamos! un vagabundo o un sinvergüenza, excepto los viudos. En definitiva, el antigüo "solitario" pertenecía a la chusma. Hoy no. Por lo pronto, el solitario ahora se llama "single" y se supone que lo es por decisón propia, bien sea por una soltería recalcitrante o a causa de una ruptura de pareja. En todo caso se les reconoce una capacidad de recursos y un talante decidido, hasta envidiado por algunos, que les aúpa a un peldaño alto en el escalafón de la absurda sociedad en que vivimos.
Pero, claro, todo gran escenario tiene su tramoya y en el caso que nos ocupa, no podía ser de otro modo.
Si quitamos la paja del trigo, veamos que queda. ¿Un soltero/a adulto, que vive con sus padres, es un single? Definitivamente no. Es un caradura, en el mejor de los casos. La mayoría de los que están solos después de vivir en pareja, lo están por decisión propia, pero forzados por un fracaso, se mire por donde se mire. ¿Cuantos solteros y solteras lo están voluntariamente? Muy pocos, si atendemos a las cifras que mueven actualmente las empresas dedicadas a ofrecer servicios diversos a los singles, que, en definitiva, acuden a ellas para intentar dejar de serlo. ¿Qué nos queda, entonces, que merezca el honroso, envidiable y cursi calificativo de "single", en lugar del "solitario" de toda la vida? Muy sencillo, igual que antaño, las viudas y los viudos, con la diferencia de que ahora pueden disfrutar con todo el derecho del mundo, de las oportunidades que estén a su alcance para intentar volver a ser felices. El resto, no nos engañemos, seguiremos estando cada vez más "solos", en el más triste sentido de la palabra, gracias al mundo que estamos creando y por muchos intentos que hagamos para dulcificarla con modernos sinonimos.

Rick - Fuerteventura Noviembre 2009

Llegar a abuelo, que no es poco

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Quién lo iba a decir, yo tio/abuelo y con estos pelos. Si, señor, Diego (también conocido como "Carlitos", dado el increíble parecido con su padre) es mi nuevo sobrino/nieto, el más gracioso, simpático, guapo, bueno y listo que se recuerda en la Villa y Corte...¡Y no lo digo por lo que me toca! Que conste. Es que es cierto, un auténtico "Crack". 
El tiempo pasa inexorable y nos putea con estos acontecimientos, por otra parte maravillosos, que van poniendo a cada uno en su sitio, "quieras, que no".
Parece un hecho sin importancia, pero a partir de ahora, veo cada mañana en el espejo de mi baño a un "tio/abuelo", que no reconozco y que, no sé si os habéis percatado, supone un paso previo en el escalafón del desastre total, o séase el grado de "abuelo".
Vivir, sabiendo que eres abuelo de alguien, te condiciona completamente. En el autobús, por ejemplo, pienso enfadarme mucho si no me ceden el asiento, gentileza que llevo practicando durante años y que ahora me tocará a mí recibir. Tengo que ensayar el gruñido típico del abuelo "cabreao", sobre todo si se trata de adolescentes y vagos en general. Del mismo modo, podré reclamar un taburete en los bares, exhibiendo una fotografía de mis nietecitos, si bien es cierto que, a diferencia del transporte público, yo jamás me he desprendido de un taburete en una barra, aunque se tratase de Sor Teresa de Calcuta con una doble fractura de fémur.




Voy a comprar cuanto antes, un equipamiento de "Petanca" para ir practicando y así, cuando me toque jugar con mi pandilla de simpáticos jubiletas, a ese deporte tan arriesgado y trepidante, al menos podré ganarles algún "chato" de vinillo o un cafelito, antes de ir juntos a pasar la tarde viendo cómo trabaja la excavadora en el socavón de la obra más cercana. Me esperan días apasionantes, sin duda.
Ya me estoy viendo en las deliciosas mañanas soleadas, después de dos horas en el Ambulatorio, esperando para que me den las recetas, sentado en un banco con otros vejestorios inmóviles y una bolsa de plástico llena de migas de pan, dando de comer a los gorriones .... y manotazos a un caradura jurásico, que se quiere comer el pan de la bolsa, como si fuesen palomitas ¡Tatequieta la maaano, coño!. Pura poesía ¡La monda!.
Me preocupa mi desconocimiento total sobre el origen y métodos curativos de los múltiples achaques que me acechan, porque ese será, a buen seguro, el tema central de las converaciones con mi cuadrilla y no me gustaría que me diesen de lado por no aportar nada a la tertulia. Tengo que dedicarle al tema, en Internet, una horita diaria, por lo menos, si no quiero que me pille el toro. En fin, al menos recuperaré historias de la "mili"; podré mirar sin disimulo a las quinceañeras, sin que me regañe la parienta; me compraré un bastón (que ha sido la ilusión de toda mi vida y de paso, me servirá para darle un bastonazo en la cabeza, al viejo asqueroso que me quita las migas de pan) y aprenderé, por fin, a liar pitillos de "caldo de gallina" que era lo que fumaba mi abuelo Amadeo, ya en  ..... ¡Santísima Virgen! en el siglo antepasado (¡Ay!)
Espero que mis hijos tengan el detalle de poner algo de su parte, para poder compensar todo ello, con el placer de disfrutar, de vez en cuando, con la aparición de un enano sonriente en nuestras vidas.

Fuerteventura 2009

Octopus Fiction

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OCTOPUS FICTION (No confundir con Pulp Fiction)
Dedicado a Manuel

Tras el largo día de jarana, Ramón regresaba a casa en su destartalada furgoneta con los restos de pulpo que Esther, la mejor pulpeira de los alrededores, le había preparado primorosamente en un “túper”, para que pudiese compartir la fiesta con sus padres y hermanos.
La carretera sinuosa, encajada entre majestuosos eucaliptos y robles centenarios, desaparecía en cada curva, empañada por la bruma otoñal que, de madrugada, empapa las arboledas de los bosques gallegos.
A pesar de conocer palmo a palmo el camino, sentía una desazón, una inquietud nueva para él, que nada tenía que ver con el Ribeiro bebido horas atrás.
Tras subir la cuesta del Mirador, el brusco giro a la derecha que, durante años, acostumbraba a tomar con precaución, nunca llegó. Sin comprender porqué, la recta se prolongó durante interminables metros y Ramón con una sensación de alarma creciente, advirtió que la proximidad de los árboles convertía la carretera en un estrecho pasillo de único sentido, con lo que resultaba imposible dar la vuelta.
La única explicación era sencilla: había tomado, sin darse cuenta, un camino secundario que desconocía. Decidió volver, marcha atrás y aterrorizado comprobó que la palanca de cambios estaba encajada en la primera velocidad.
Sin más opciones, avanzó lentamente hasta llegar a un espacioso claro circular, fin del recorrido. Ni siquiera intentó girar para volver atrás porque algo en su interior, le decía que sería inútil.
Una luz blanca, cegadora, cayó sobre la furgoneta y Ramón perdió el conocimiento.

***
Nota del autor.- A partir de este momento y, dada la dificultad de reproducir el lenguaje onomatopéyico de los personajes que intervienen en esta parte del relato, pido disculpas de antemano e incluyo la traducción literal de sus palabras.


VX8.- “Tchek, tic, tic, grupff” (Parece despertar)
Gm3.- “Hic” (Sí)
Gm4.- “Yec tchek” (Eso parece)
Los tres tripulantes de la nave venida del planeta Tecstar, situado a dos millones de años luz de la Tierra, se inclinaron sobre Ramón en el momento justo en que comenzaba a desperezarse.
Al abrir los ojos, la intensidad de la luz blanca le obligó a parpadear varias veces antes de enfocar claramente, tres cabezas de color verde con forma de bombilla y un enorme ojo central que le escrutaban fijamente.
La magnitud del susto le impidió pronunciar palabra alguna.

VX8.- “Deskiii tanchak” (Preparad el traductor)
Gm3.- “Hic, ugfssss” (Sí, a la orden)
Ramón.- ¨¡Joooder!” (Exclamó, por fin, muy bajito, sin entender nada y completamente aterrorizado.)
Gm4.- (Leyendo del traductor, una maquinita parecida a un mando a distancia)
“Dojo tecs moiiik, tic plooofs” (Expresado vulgarmente, realizar el acto sexual)
Los tres visitantes se miraron sorprendidos

VX8.- “¿Plooofs?” (¿Acto sexual?)
Gm3.- “Hic, hic” (Sí, sí)
Gm4.- “Mig, mig” (Je, je)
Todos.- “Mig, mig, mig” (Risas)
Una voz metálica salió de la maquinita que Gm4 sostenía entre cuatro tentáculos
Maquinita.- “¿Qui – én – eres – tú?”
R.- (Sin atender a la pregunta) “La madre que me parió. ¡Joder!”
Gm4.- “Yuc migaaaya, plooofs” (Su madre: plooofs)
Todos.- “Mig, mig, mig” (Más risas)
Ramón miró a su alrededor y observó que varios colegas de los bichos que le estudiaban, estaban en una mesa de operaciones manipulando cuidadosamente en el “túper” que contenía el pulpo a la gallega.
La maquina, con su voz metálica, repitió la pregunta.
Sobreponiéndose al miedo que tenía metido en el cuerpo y empezando a estar harto de la situación, gritó indignado:
R.- “¡Que os den por ......, bichos asquerosos!”
Todos.- “Ggggggg!” (¡Oooooh!)
Gm4.- (Leyendo la traducción literal) “Smakkk tuc, yeye…. (Dudando si continuar y mirando al jefe) .. Pics, Guuurrk ¡¡KAKA!!”
Todos.- “Gggggggg!” (¡Oooooh!)
VX8.- (Muy enfadado) “¡YEEK, nika teeekx, YEEEEKOOO!” (Cuidadito conmigo, chaval, no te pases un pelo. “Me cagüen tus mulas”.)
R.- “Pero, pero… ¿Hombreee! ¿Qué hago aquíii? ¡Quiero volver a mi casaaaa!”
M.- “Qui – én – es- en – pe – que - ña - caja?”, (La máquina cada vez más cabreada)
R.- “¿En la caja? Pues, pulpo a la gallega, ¡el millor manjar da terra! ¡Hala! Coméroslo a mi salud, a ver si reventáis.
VX8.- (Tras escuchar la traducción) “¿COKiiiiiiii, cokochiiii?” (¿Manjaaaar, comidaaa?)
Todos.- “Ggggggg!” (¡Oooooh!)
Tras un alboroto general, todos miraron a la mesa de operaciones y Ramón contempló horrorizado que, mediante una incomprensible cirugía, los hombrecillos verdes habían reconstruido perfectamente al pulpo y se arrodillaban a su alrededor.
Al volver la cabeza, se encontró con el ojo de VX8, esta vez inyectado en sangre y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
VX8.- “Ejjmóoooon, Cokiiiii…… ¡hec YICK! Mig, Mig. (Estúpido, el manjar... ¡eres TÜ! Ja, Ja)
Todos.- “Mig, mig, mig,” “Ñam, Ñam, Ñam” (Traducción obvia y por tanto, innecesaria)
Al ver a todos los “tecstarianos” abalanzarse sobre él con una especie de tenedor en cada tentáculo, Ramón cerró los ojos abandonándose a su suerte trágica.
***
Un tremendo bocinazo como el claxon de un enorme camión, le hizo levantar los párpados.
Al verse de nuevo en su furgoneta, sobre el arcén de la curva del Mirador, Ramón sintió una mezcla de sorpresa y alivio. La luz de la mañana, recién amanecida, le reconfortó y devolvió a una realidad tranquilizadora al observar, en el asiento contiguo, el recipiente con el que salió hacia su casa. ¡Qué locura! (Pensó)
Tras encender un cigarrillo, emprendió el camino de regreso interrumpido, con la resaca de una pesadilla que, afortunadamente, suponía la explicación a lo sucedido.
Todo habría quedado en un mal recuerdo de no ser por el pequeño detalle que horas más tarde descubrió Ramón al abrir el “túper” …… y comprobar que estaba ¡completamente vacío!


Del libro "La Rebelión de los Pucheros"

Siempre Groucho

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Algunas de las citas menos conocidas de Groucho Marx, aunque no por ello, menos ingeniosas. Unos lo acusaban de mujeriego, otros de misógino, en cualquier caso, genial.

* "Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
* "Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción"
* "Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!"
* "He pasado una noche estupenda. Pero no ha sido esta"
* "Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás"
* "El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución"
* "Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente"
* "¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú"
* "Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente esta demasiado oscuro para leer"
* "Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Detrás de ella, esta su esposa"
* "Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína"
* "Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en mi favor"
* "Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo"
* "Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable es que la esconda en el armario. Conozco a un hombre que se encontró con tanta gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir donde colgar la ropa"
* "He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso"

Amores, mal llamados platónicos. Marta Sánchez

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Mi suegra, y ... perdonen que empiece de un modo tan desagradable. Mi suegra, decía, siempre estuvo enamorada patónicamente, de Clark Gable, ese que hacía de Refft Butler en "Lo que el viento se llevó" (entre otras cosas, se llevó mi paciencia, por cierto). La encantan el bigote y esa media sonrisilla de sinvergüenza simpático, detalles que, a buen seguro, le gustan a la mayoría de las señoras con dos dedos de frente. Desde que la conozco, tiene pegada una foto suya en la puerta del armario, resistente a mudanzas y cambios varios. Su hija, heredó esta costumbre, enamorándose en su adolescencia, o sea, hace dos días, de Paul Newman, hasta el día de hoy, a pesar de la evidente huella que el tiempo ha dejado en el fisico del mozo en cuestión. La ortodoxia dice que el platonismo nos lleva desde la "contemplación de la belleza, hasta el conocimiento puro y desinteresado de su esencia" y aquí ya, patinamos. Ni puro, ni desinteresado. En todo momento, nuestros planes incluyen compartir sábanas, lo que convierte el platonismo en un amor frustrado, imposible, sin más. Nadie se encoña con un ideal para compartir una hipoteca, ni para llevar a los niños a un cumpleaños horrible. No imaginamos a la persona amada levantándose por la mañana, nos la imaginamos yendo por la noche a la cama ...con nosotros. Es lo normal. En mi caso esto ha sido así religiosamente, aunque he de reconocer que, periódicamente, he ido cambiando de amor (mal llamado platónico), con el paso del tiempo, según se asentaban mis hormonas y porteriormente, comenzaban a pudrirse hasta adquirir el noble grado de "viejo verde" (que es la misma mente sucia de joven, con la diferencia de que ahora te ríen las picardías) que espero alcanzar en breve, en plenitud de facultades.


En mi adolescencia, mi primer amor, mal llamado platónico (y en este caso, más bien "nada platónico"), fué una señorita llamada Ann Margret, a la sazón sueca afincada en Hollywood, que me abdujo completamente. En una película titulada "Un beso para Birdie" me marcó para varios años, y no me pidan que me extienda en esta parte del relato, ni les dé detalles engorrosos. Más adelante, viendo "La noche americana" de F. Truffaut, conocí a Jaqueline Bisset y me enamoré perdidamente de ella, también con escaso platonismo. Durante tiempo amé a "J.B." (siglas que, todo sea dicho, me resultaban muy familiares, por aquel entonces), hasta que los años comenzaron a hacer mella en mí y, sobre todo, en ella. De improviso, entró en mi vida la mujer atractiva por excelencia, Susan Sarandon  ("Thelma y Louise" entre otras), enviando a la Bisset al banquillo. No era especialmente guapa, pero tenía una fuerza personal que me tuvo cautivo hasta que vino Tim Robbins y se la quedó toda para él. Entonces apareció Nicole Kidman que, con ese "no-sé-qué-tiene-esta-mujer", inocente y salvaje a la vez, ha ocupado mi corazón mal llamado platónico, hasta nuestros días.

Pero, siempre hay un pero, he de confesar que durante estos años, las he engañado vilmente a todas (mal llamado platónicamente, por supuesto) con Marta Sánchez, ese monumento nacional, que ha sido mi musa (nada que ver con la mayonesa), mi deseo reprimido más feroz, mi amante (mal llamada....etc) oculta. Ay!
En la actualidad, cansado de tanto platonismo y tanta majadería, he decidido quedarme con una londinense espléndida, que reúne todos los encantos de las anteriores y es real.
Algún día os la presentaré
Fuerteventura 2009

Qué bonito es el amor

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Cuentan que Sir Winston Churchill cuando entró por primera vez en  el Parlamento, mirando fijamente al nutrido grupo de representantes del partido laborista, que ocupaban los bancos frente a él, comentó con un compañero. "¡Vaya! Así que, aquellos son nuestros enemigos" A lo que su colega respondió: " No, los de enfrente son nuestros adversarios, a sus enemigos los irá encontrando en este lado"
Pues eso.

El efecto Pigmalión

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He pensado mucho ultimamente sobre la influencia que, como padre, haya podido ejercer sobre la personalidad de mis hijos. Siempre temi, dado que no soy ni mucho menos perfecto, que mis errores fuesen una fuente emisora de energía negativa que perturbase su desarrollo como las personas equilibradas y positivas que siempre he deseado.

Hace meses leí una anécdota de Mahatma Gandhi en la que una madre angustiada le pedía que consiguiera que su hijo dejara de comer azúcar compulsivamente. Gandhi la pidió que volviese en dos semanas. Al volver, le dijo al niño, mirando fijamente a sus ojos: "Tienes que dejar de comer azúcar". La madre, agradecida comentó: "Gracias, pero, ¿no podía haberle dicho esto mismo hace dos semanas?" y Gandhi la contestó: "Sí, pero entonces yo también comía azúcar"

Ante esta perspectiva, consciente de que nunca he poseido la necesaria capacidad de sacrificio para actuar con semejante rectitud, la impresión de que mis desastres personales pudiesen haber influído en su desarrollo más que mis éxitos, me creaba una duda responsable. Sin embargo, mi actitud siempre ha sido positiva. Siempre he esperado de ellos únicamente lo que pudiesen dar de sí, en la medida de que su felicidad estuvise por encima de todo. Creo que así lo entendieron siempre y en todo momento se han sentido valorados. Hoy descubro con una inmensa satisfacción que han cumplido con creces mis expectativas que, en definitiva eran las suyas propias. Me siento orgulloso de ellos y en paz conmigo mismo. 
Según la mitología griega, el escultor Pigmalión esculpió una estatua de la que sería su mujer ideal. Era tal la fuerza de su deseo que los Dioses le concedieron su favor y así nació Galatea. Este llamado "Efecto Pigmalión" según el que la intensidad de una expectativa provoca una mayor probabilidad de que se cumpla, ha sido junto a un ambiente familiar amable, al margen de dramatismos catastrofistas, el secreto de este pequeño, pero importante éxito personal.

En una escuela, un pedagogo llamado Rosenthal, escogió un grupo de alumnos al azar y les comunicó que su capacidad era muy superior a la del resto. A final del curso este grupo avanzó intelectualmente por encima de los demás.
Mandemos mensajes positivos a nuestros hijos. Pensemos que, lo que esperemos de ellos será transmitido y posiblemente se cumplirá.
Ya sé que no es fácil.