¡Ay que risa, con el Códice!

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Ya hubiesen querido los hermanos Álvarez-Quintero toparse con este culebrón para ilustrar su mejor sainete. Ni Jardiel ni Álvaro de la Iglesia, en la cima del absurdo, habrían imaginado esta historia, que, por otra parte, de ser escrita, nadie habría creido. Para empezar, ¿cómo es posible que en un año nadie sospechase de un tipo cabreado con la congregación - al que presuntamente debían una pasta, 40.000 pavos, que no es poco- como el perfil ideal para llevarse algo valioso a cambio? Por otro lado, el "chispa" en cuestión, tenía debajo del colchón la no despreciable cantidad de ¡¡1.800.000 Euros, mas 300.000 Dólares!! O sea, casi trescientos cincuenta millones de las antiguas pesetas, que se supone fué trincando chapucera y sistemáticamente, de las arcas episcopales sin que nadie se diera cuenta. Porque, claro, no me van a contar ahora que lo ganó poniendo enchufes y bombillas al mundo entero, durante sus tres últimas reencarnaciones. Todo esto nos lleva a varias reflexiones: ¿Tanto dinero maneja el Déan -cargo que, hasta hoy, solo habia visto en los crucigramas- de Santiago para no percatarse de semejante desfalco? Si el electricista ha amontonado 2 millones de Euros en un abrir y cerrar de ojos, sin que saltaran las alarmas ¿Me quieren decir cuanto tendrá la congregación debajo del colchón compostelano?
Otrosí pienso: con tanta pasta ¿Para qué cojines quería el dichoso Códice? ¿Por joder? ¿Para leer por las noches? ¿En el garaje, a la vista de cualquiera? Su parienta, que al parecer lo sabía ¿Es igual de mema que él? ¿Qué nos van a contar ahora? Ardo en curiosidad malsana.
Y para rematar la faena, va el otro - Rajoy- a hacerse una foto entregando el librito en persona, con la cantidad de cosas que tendrá que hacer en estos días, teniendo en cuenta la que nos está cayendo. ¿Qué tiene él que ver en todo este lío? ¿Es un fraile de incógnito? ¿Es amigo del electricista y le remuerde la conciencia? ¿Se le ha ido la olla? Y... ¿Qué hace abrazado al Ápóstol -que no parece entender nada- con esa carita de "yo no he sido"?
Ante tanto despropósito, solo puedo decir: ¡Más maderaaa, es la guerraaaaa!

Dedicado a mi amigüita Magda con un beso

No será porque no nos avisaron.

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Leo con una media sonrisa, la presente frase del amigo Thomas Jefferson, a la sazón tercer "presi" de los "EEUU's" pronunciada, al parecer, en 1.802, es decir, hace un huevo, el tiempo suficiente para haber reflexionado y no dejar que una panda de mangantes sin escrúpulos ni nada, nos dejen con el culo al aire y sin un duro para hacer la compra como es debido. Ved, amiguitos y sonreid conmigo:
"Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos. Si el pueblo .... permite que los Bancos privados controlen su moneda, los Bancos y las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión."
Vamos, que tenemos lo que nos merecemos por pusilánimes y, porqué no decirlo, por gilipollas (sorry! no he podido evitarlo).

La soportable levedad del cáncer

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Cuando te toca, inevitablemente, aprendes a vivir con ello. La mente es sabia y desarrolla recursos que ni siquiera conocías. Pronto se convierte en algo cotidiano, como si fuese un amargo compañero de toda la vida. Descubres que, cada día, ocurren tragedias mucho peores que la presunta que entró en tu plan de futuro, sin previo aviso. Tanto sufrimiento ajeno, que tus temores se diluyen en un esfuerzo aparentemente sencillo por ser positivo y seguir adelante sin miedo, saboreando cada minuto, como un tesoro arrebatado al destino. Así debe ser. Ese es el camino de la superación. No debemos olvidar el "efecto Pigmalión" por el que, si deseamos algo con fuerza, tenemos más posibilidades de que se cumpla.
Hoy deseo con todas mis fuerzas que ese niño del anuncio que representa a tantos otros, pueda llevar a cabo sus "planes" y llegue a ser bombero o astronauta. Sería justo y yo ya no tendría ni un solo motivo para llorar

Presentación en sociedad

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Os presento en primicia a mi personaje favorito que, casualmente será el protagonista del nuevo librito de relatos de humor que empiezo a escribir en estos días de descanso, tanto de mi tratamiento médico, como de la novela que me está costando terminar.
Espero que os guste su aspecto entrañable y sus aventuras y consejos os diviertan tanto, como a mí escribirlas.
Pues, eso.

¿Quién ha colgado esas estrellas?

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                                                                  Llanes (Asturias)

Siempre pensé que el ser humano es un buen producto, aunque sin terminar. Alguien se olvidó de someterle a un correcto control de calidad antes de soltarlo, en un mar de dudas, con tal afán de ignorancia que es incapaz de organizar una sociedad como es debido, ni siquiera de organizarse a sí mismo. Después de, no sé cuantos miles de años, todavía no comprende qué hacen aquellas estrellas, colgadas de un incomprensible manto azabache; desconoce el sentido de su existencia y los motivos por los que observa el mundo desde su exclusivo interior, con un prisma único e irrepetible. Un interior imperfecto en soledad y un vacío existencial que le lleva permanentemente a la gran pregunta: ¿Quién me ha puesto aquí? Y, en este punto, descubre la necesidad de abrigar su orfandad, de vestir su desnudez y apaciguar sus temores, levantando el tótem de su creador: su Padre, su Dios, a quien se entrega incondicionalmente y en quien descarga sus cargas, sus errores, su esperanza e incluso, su destino. Alguien dijo que Dios era el “amigo invisible” de los adultos, y, salvando lo que pueda resultar de irreverente, no iba descaminado en su descripción. Así ha sido desde el principio, Dioses necesarios y reales para todos aquellos que los materializan con el poder de una fe indestructible. Ellos hacen posible un Dios protector y Dios está en ellos. 
Pero, ¿sabemos hacerlo nuestro, dándonos a los demás? Lo cierto es que, a lo largo de la Historia, lo hemos utilizado como herramienta interesada y, en muchos casos, lacerante. Unos ministros mitómanos con ínfulas faraónicas, nos han hecho, casi siempre, desperdiciar una gran oportunidad, desvirtuando el ideal.         
Aun así, algunos quisieron y supieron mantener la verdadera esencia, haciendo bueno aquello de. “… y al prójimo, como a ti mismo”. Por ellos, merece la pena y para ellos, la bendición.

Viejos verdes

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Ahí están, disfrutando de la impunidad que les garantiza su edad madura. Ya comenté en un artículo anterior que  los mayores tienen la misma mente sucia que los jóvenes, con la diferencia de que a ellos les ríen las gracias, como a los niños. A esas alturas de la película de su vida, pueden permitirse picardías que, justamente, pasan por inocentes travesuras, lo cual me parece muy bien. Una mínima satisfacción, al final de este valle de lágrimas, plagado de egoísmos e indiferencia con los más débiles, los más cansados, los más necesitados. Al fin y al cabo, nadie les puede acusar de hipócritas, a diferencia de los más jóvenes que deben fingir,  hasta que sus canas les permitan soltar las manitas en terrenos pantanosos y de las víctimas de sus escarceos que, unas veces les critican y otras les consienten, impúdicamente.
Desde aquí mi saludo más afectuoso para ese sector en el que, lamentablemente, estoy a punto de empadronarme, dado lo rápido que pasa el tiempo. ¡Qué remedio!

Mi novela, las últimas páginas.

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Bien, es el momento de terminar la novela y decidir cual es el mejor final. Ha costado trabajo llegar hasta aquí pero ha merecido la pena. Después de repasar tantos detalles de ortografía, tantos adjetivos inútiles, me queda la hiel de no poder hacer nada por los personajes desfavorecidos, corregir el destino de los que han padecido, al final, los rigores de un guión irremisible. Pido perdón por no haber dedicado más páginas a los que, sin duda,  se lo merecían, aunque el autor sea, al mismo tiempo, tan víctima como ellos en este relato, fiel reflejo de la ficción que es la vida que nos corresponde a cada uno de nosotros.
Estoy satisfecho razonablemente del resultado, a falta de los últimos detalles. Soy consciente de que no es la obra de un genio, ni siquiera lo he pretendido, solamente presumo de la honestidad del trabajo y el amor dedicado. Espero que el brillo de sus páginas permita empañar, en el recuerdo, la sombra de la imperfección.

Gracias a todos.