Seguridad Social ¿Hasta cuando?

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Con el paso del tiempo y, a tenor de las crisis que nos azotan últimamente, como jodidas plagas bíblicas, hablar de la Seguidad Social, manteniendo el tipo del término "seguridad", no resulta fácil. El sistema financiero de tan simpática organización, es un chanchullo con pies de barro, no nos engañemos. En el momento en que bajen las cotizaciones, o sea, de aquí a nada, no sé de donde van a sacar el dinero para mantener el kiosko. O empezamos a convencer a la juventud, de que la familia numerosa es ua maravilla divina, al alcance de unos pocos privilegiados (que no se lo van a creer) y ampliamos la jubilación hasta los instantes previos al fallecimiento del ciudadano, o en poco tiempo habrá muchos más enfermos gastando, que currantes soltando euros. Matemática simple. Me río yo de las previsiones que proclaman unos y otros, en el Congreso; cuando llegue el momento del ¡pum! (igual que ha pasado con la dichosa burbuja inmobiliaria), todos pondrán cara de "A mí que me registren" y, más de uno que yo me sé (el tocahuevos de siempre) echará mano de herencias desastrosas de la oposición derrochadora.

                                *¡Está bien, Madoff! ¿De dónde sacó la idea de pagar a los
                                  primeros invesores, con el dinero de los que venían después?
                                *Del sistema de la Seguridad Social
                                 (Indianápolis Star)

A continuación les muestro el reportaje realizado por el equipo de invstigación de este Blog, en una consulta de la Seguridad Social, tomada al azar. Es lo que hay!


Cámara oculta en la consulta del Doctor Menta, dermatólogo de la S.S. (Seguridad Social, no las “SS” nazis. Aunque… bueno, ¡dejémoslo!)
Doctor.- ¡El siguiente!
Paciente.- Buenos días
D.- Buenos días. Es usted Alejandro ¿verdad?
P.- Si señor, Alejandro Medario, para servirle.
D.- Muy bien. Siéntese, por favor y dígame ¿qué tal está?
P.- Pues estupendamente, gracias a Dios. Pero lo he “pasao” muy mal, muy mal.
D.- Cuénteme.
P.- Pues una mañana empezaron a salirme unos granitos en el cuello, pequeñitos y blancos que luego se extendieron al pecho y a los brazos y mi mujer me decía: “Eso es una “erución” sin importancia” Claro, como soy autónomo, ella pensaba: “Este no trabaja, no cobra, no comemos”
D.- Muy lógica su señora.
P.- Ya. Pero, poco a poco los granitos, que dicho sea de paso, picaban un huevo, se extendieron a espalda, cintura, muslos y pantorrillas y mi mujer “erre que erre” “Hijo, no seas quejita, total por una urticaria de nada”. A la semana, tenía granitos picantes hasta en las uñas. Todo mi cuerpo estaba rojo como un centollo, la fiebre me subió a cuarenta grados, llevaba sufriendo un mes y medio y fue entonces cuando, en contra de la opinión de mi Concha, fui a pedir hora para el… o sea para usted, propiamente.
D.- Entiendo. Y esto fue ¿hace?
P.- Creo que unos catorce meses.
D.- ¡Vaya, vaya! ¿Y le dieron el consejo de la gallina en pepitoria al pedir hora?
P.- Claro que sí. Es lo que me ha mantenido con esperanza todo este tiempo de sufrimiento. Comía a diario la gallina en pepitoria con higaditos y todo y disfrutaba de lo lindo, al tiempo que pensaba que si usted lo recomendaba siempre como remedio provisional hasta llegar a la consulta, sería por algo y aquí me tiene, tan ricamente. Lo malo es que he engordado cuarenta y ocho kilos.
D.- ¡Qué barbaridad!
P.- Claro, a ver: tanta grasa, tanta proteína, es lo que tiene. Además me ha subido el azúcar, el colesterol y no se qué más cosas, así que estoy citado en el endocrino dentro de un año y pico
D.- Bueno, Alejandro, pues paciencia. Me alegro mucho de su mejoría. A seguir bien.
P.- Gracias Doctor. Buenos días.

***

D.- El siguiente!
P.- Buenas.
D.- Buenos días ¿Carmelo?
P.- Si. Carmelo Temía ¿Me puedo sentar?
D.- Mire a ver si puede. Usted dirá, buen hombre.
P.- Es que estoy, y perdone la expresión, lo que se dice, completamente jodido.
D.- Muy gráfico, sí señor.
P.- Todo empezó con una manchita morada en la pantorrilla izquierda.
D.- Podría ser roña.
P.- No, porque a los pocos días, toda la pierna estaba morada. Fue entonces cuando pedí hora y me dijeron que año y medio y no sé qué de gallina en salsa de algo raro. Así que me dispuse a tener paciencia y con vendas y baños diarios con sal, he aguantado hasta hoy.
D.- Bueno, Carmelo, quítate los pantalones y te tumbas en la camilla.
P.- Le advierto que la mancha ha crecido como el chapapote.
D.- Pero, ¡hombre de Dios, cómo tienes las piernas!
P.- Ya le dije.
D.- Veamos, esto está perdido. Por aquiii ¡Hmmm! nada que hacer y la zona genital pueeees, tres cuartos de lo mismo. Vale, ¡hala! Ya te puedes vestir.
P.- Mira que le dije a la Señorita del Ambulatorio: “Que esto lo veo muy feo, que va a acabar mal la cosa” Y mira si tenía yo razón.
D.- ¡Cuanta razón tenías! ¿Y dices que no has comido la gallina en pepitoria en todo este tiempo de convalecencia?
P.- Pues mire, no. Lo siento pero es que me parecía una gilipollez, sobre todo teniendo en cuenta que se me estaban pudriendo las piernas y no me hacía caso nadie.
D.- Muy bien, muy bien, pues ahora, por listillo tienes todas las papeletas para quedarte sin piernas y sin testículos por no llevar el régimen adecuado. Ya ves la gilipollez.
P.- Pero ¡Si yo pedí hora hace un año y medio!
D.- Ya, ya, pero no has seguido las indicaciones y, claro, qué quieres que haga yo ahora ¿eh? Yo tengo la culpa de todo ¿no? ¡Qué fácil!
P.- Bueno ¡esto es el colmo! Y ¿qué pasa con mis piernas y con mis huevos?
D.- Te lo diré. Por lo pronto bajas al vestíbulo y con este volante que te facilito, pides hora para el cirujano que te aliviará de zonas perdidas sin remedio. Si te dan hora para la fecha que imagino, te aconsejo que tomes a diario gallina en pepitoria y de paso, hagas testamento para evitar conflictos entre tus herederos y quedar como un señor.
P.- Pero, entonces ¿mis posibilidades de mejorar?
D.- Pocas, yo diría que nulas, para que nos vamos a engañar y perdona, pero tengo una mañana de las de no te menees. Buenos días.



***
D.- ¡Adelante!
P.- ¿Se puede?
D.- ¡Vamos hombre, que no tenemos todo el día!
P.- ¿Puede pasar la niña?
D.- Si, si que pase la chiquilla también
P.- Es mi sobrina
D.- Estupendo. Usted ¿se llama?
P.- Servando Lorido y la nena se llama Pili.
D.- Bueno, usted dirá. ¿Qué le pasa?
P.- Pues a mí ya no me pasa nada. Eso sí, me pasó. Verá, cuando yo pedí hora con usted, hace más o menos dos otoños…
D.- Exactamente el doce de Noviembre del año antepasado. Aquí está, no se nos escapa detalle. Somos eficientes a pesar de las críticas. ¡Sí señor!
P.- Bueno, pues eso. Yo, en ese momento tenía un “golondrino” ¿se dice así? en un sobaco, asociado a dos enormes forúnculos que crecían por momentos como si fuesen repollos. No puede imaginarse el dolor tan horroroso que provocaba cualquier aproximación del brazo hacia el costado.
D.- Si. Si puedo. Continúe y sea breve.
P.- Como le decía, era tal el dolor que iba todo el tiempo con el brazo en jarras como si fuese a dar un pase de pecho o a cantar “La Violetera” de un momento a otro. Mi único consuelo era pensar que la gallina en pepitoria que comía a diario, acabaría por disolver esos monstruos que no me dejaban dormir, ni trabajar, ni coser, ni abrazar a mi mujer, ni nada. El tiempo pasaba muy despacio y mi visita con usted, cada vez parecía más lejana. Hasta que, un día, mi mujer, no sé si harta de guisar gallina a todas horas o asustada por el tamaño de los forúnculos, que ya eran como melocotones, desinfectó una aguja de hacer punto y me la clavó en las dos cabezas blancas de los terribles granos. No puede hacerse idea de lo que pudo salir de aquellos dos agujeros.
D.- Si puedo. Claro que puedo ¡Soy el médico, caramba! ¡Abrevie!
P.- Toda una tarde estuvo apretándome los bultos para sacar todo lo maligno y a punto estuvo de sacarme hasta los higadillos. Yo soporté el horrible dolor pensando que me liberaría definitivamente de esa pesadilla como la parturienta lo soporta pensando en acabar cuanto antes. Tras varios meses de curas diarias, he conseguido recuperar la normalidad. ¿Quiere que le enseñe un sobaco curado?
D.- No, gracias, ¡que asco! Ni se le ocurra. Lo que no entiendo es que haya venido a darme la paliza contándome las guarradas de sus axilas, meses después de tener su problema solucionado. ¿Es una especie de venganza, una promesa, tal vez?
P.- No, nada de eso. Escuche, como es tan difícil que le den a uno hora en el especialista en un plazo razonable que, además coincida con el proceso de la enfermedad y ya que me tocaba hoy, después de veintiséis meses, pues me he dicho: Voy a llevar a mi sobrina para que le vea esos granitos tan feos que le salen a la chiquilla en la carita.
D.- Pues ya están vistos.
P.- ¿Y?
D.- Pero, por favor. Es acné. Tiene “granitos” en la “carita” como cualquier adolescente que se precie.
P.- Y ¿se le pasará a Pili?
D.- Si, claro, como a todas las “Pilis” del mundo a lo largo de la historia. Agua, jabón y una pequeña dosis de paciencia. ¿Algo más Fernando?
P.- Servando, si no le importa.
D.- Da igual. Buenas tardes.
P.- ¿Debe tomar gallina en pepitoria?
D.- ¡Válgame Dios! Si, si, que la tome. Además engordará, que la tienen hecha un adefesio. Es más, la piel de la gallina tiene un alto contenido en hormonas femeninas, así le crecerán los pechines, se echará novio, se irá con él y dejará en paz a sus padres, a su señor tío e incluso a mí.
P.- Gracias por todo doctor.
D.- De nada Bernardo. Adiós Manoli.
¡El siguiente!

Doctor, no se lo va a creer pero, ... hay un gallo en la sala de espera que quiere verle.
D.- ¡¡Que pase!!

Rick. Del libro "La rebelión de los pucheros" Madrid 2007

Las playas de Fuerteventura. Un paraíso cercano.

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Se dice, y con razón, que Fuerteventura tiene algo más que sus playas. Ya dejé, en un apunte de este blog, las sensaciones y los motivos por los que esta isla ha entrado en mi vida; en estos dos años, creo haberla conocido de punta a punta y sé que tengo mucho más, aún por descubrir. Sus posiblidades en cuanto a ocio, tanto deportivo como de recreo o aventura, se refiere, son inmensas; su patrimonio cultural, si no extenso, es denso en historia y costumbres; su magia plácida te permite una vida sosegada. Todo ello es cierto, pero hay que reconocer que el protagonismo de sus playas, tan diferentes, tan variadas de este a poniente, de norte a sur, es merecido. Os regalo unos instantes paz, con esta pequeña selección de fotografías. ¡Salud!

Selección de  Free Photos Fuerteventura. Flickr

Rick.  Fuerteventura Nov. 2009

Cada día, más solos, aunque nos disfracemos de "singles"

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Los humanos, somos la únca especie capaz de evolucionar tecnológicamente, de crear nuevas tendencias y tomar decisiones frente a ellas, aunque no siempre en la dirección correcta, en cuyo caso, también somos capaces de caer en contradicciones sorprendentes. En las úlimas décadas, por múltiples razones que no vienen al caso, ha aparecido la figura del single (*) No es un disco de cuatro canciones, ni un partido de tenis entre dos tipos de blanco, no. Ni siquiera hace referencia al verbo castellano "Singlar" que define el modo de navegar en una dirección determinada, verbo del que deriva el simpático término marinero: 
(*) SINGLE (Del ingl. single).
1. adj. Mar. Se dice del cabo que se emplea sencillo, como la braza, el amantillo, etc., cuando uno de sus extremos está atado al penol de la verga.
que, aunque me suene fatal eso de que algo vaya atado al penol (que no quiero ni pensar lo que es) de una verga (que creo saber lo que es), no tiene nada que ver con la nueva definición que los "modernos" se han sacado de la manga, con absoluto desprecio por nuestro idioma.
No hace tanto tiempo que, las personas que vivían solas, no eran vistas con buenos ojos. Una señorita de principio de siglo, que estaba sola, era clasificada sin piedad, salvo que fuese viuda; un hombre solo, sugería razones turbias o, al menos, una vida desordenada, golfa, ¡vamos! un vagabundo o un sinvergüenza, excepto los viudos. En definitiva, el antigüo "solitario" pertenecía a la chusma. Hoy no. Por lo pronto, el solitario ahora se llama "single" y se supone que lo es por decisón propia, bien sea por una soltería recalcitrante o a causa de una ruptura de pareja. En todo caso se les reconoce una capacidad de recursos y un talante decidido, hasta envidiado por algunos, que les aúpa a un peldaño alto en el escalafón de la absurda sociedad en que vivimos.
Pero, claro, todo gran escenario tiene su tramoya y en el caso que nos ocupa, no podía ser de otro modo.
Si quitamos la paja del trigo, veamos que queda. ¿Un soltero/a adulto, que vive con sus padres, es un single? Definitivamente no. Es un caradura, en el mejor de los casos. La mayoría de los que están solos después de vivir en pareja, lo están por decisión propia, pero forzados por un fracaso, se mire por donde se mire. ¿Cuantos solteros y solteras lo están voluntariamente? Muy pocos, si atendemos a las cifras que mueven actualmente las empresas dedicadas a ofrecer servicios diversos a los singles, que, en definitiva, acuden a ellas para intentar dejar de serlo. ¿Qué nos queda, entonces, que merezca el honroso, envidiable y cursi calificativo de "single", en lugar del "solitario" de toda la vida? Muy sencillo, igual que antaño, las viudas y los viudos, con la diferencia de que ahora pueden disfrutar con todo el derecho del mundo, de las oportunidades que estén a su alcance para intentar volver a ser felices. El resto, no nos engañemos, seguiremos estando cada vez más "solos", en el más triste sentido de la palabra, gracias al mundo que estamos creando y por muchos intentos que hagamos para dulcificarla con modernos sinonimos.

Rick - Fuerteventura Noviembre 2009

Llegar a abuelo, que no es poco

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Quién lo iba a decir, yo tio/abuelo y con estos pelos. Si, señor, Diego (también conocido como "Carlitos", dado el increíble parecido con su padre) es mi nuevo sobrino/nieto, el más gracioso, simpático, guapo, bueno y listo que se recuerda en la Villa y Corte...¡Y no lo digo por lo que me toca! Que conste. Es que es cierto, un auténtico "Crack". 
El tiempo pasa inexorable y nos putea con estos acontecimientos, por otra parte maravillosos, que van poniendo a cada uno en su sitio, "quieras, que no".
Parece un hecho sin importancia, pero a partir de ahora, veo cada mañana en el espejo de mi baño a un "tio/abuelo", que no reconozco y que, no sé si os habéis percatado, supone un paso previo en el escalafón del desastre total, o séase el grado de "abuelo".
Vivir, sabiendo que eres abuelo de alguien, te condiciona completamente. En el autobús, por ejemplo, pienso enfadarme mucho si no me ceden el asiento, gentileza que llevo practicando durante años y que ahora me tocará a mí recibir. Tengo que ensayar el gruñido típico del abuelo "cabreao", sobre todo si se trata de adolescentes y vagos en general. Del mismo modo, podré reclamar un taburete en los bares, exhibiendo una fotografía de mis nietecitos, si bien es cierto que, a diferencia del transporte público, yo jamás me he desprendido de un taburete en una barra, aunque se tratase de Sor Teresa de Calcuta con una doble fractura de fémur.




Voy a comprar cuanto antes, un equipamiento de "Petanca" para ir practicando y así, cuando me toque jugar con mi pandilla de simpáticos jubiletas, a ese deporte tan arriesgado y trepidante, al menos podré ganarles algún "chato" de vinillo o un cafelito, antes de ir juntos a pasar la tarde viendo cómo trabaja la excavadora en el socavón de la obra más cercana. Me esperan días apasionantes, sin duda.
Ya me estoy viendo en las deliciosas mañanas soleadas, después de dos horas en el Ambulatorio, esperando para que me den las recetas, sentado en un banco con otros vejestorios inmóviles y una bolsa de plástico llena de migas de pan, dando de comer a los gorriones .... y manotazos a un caradura jurásico, que se quiere comer el pan de la bolsa, como si fuesen palomitas ¡Tatequieta la maaano, coño!. Pura poesía ¡La monda!.
Me preocupa mi desconocimiento total sobre el origen y métodos curativos de los múltiples achaques que me acechan, porque ese será, a buen seguro, el tema central de las converaciones con mi cuadrilla y no me gustaría que me diesen de lado por no aportar nada a la tertulia. Tengo que dedicarle al tema, en Internet, una horita diaria, por lo menos, si no quiero que me pille el toro. En fin, al menos recuperaré historias de la "mili"; podré mirar sin disimulo a las quinceañeras, sin que me regañe la parienta; me compraré un bastón (que ha sido la ilusión de toda mi vida y de paso, me servirá para darle un bastonazo en la cabeza, al viejo asqueroso que me quita las migas de pan) y aprenderé, por fin, a liar pitillos de "caldo de gallina" que era lo que fumaba mi abuelo Amadeo, ya en  ..... ¡Santísima Virgen! en el siglo antepasado (¡Ay!)
Espero que mis hijos tengan el detalle de poner algo de su parte, para poder compensar todo ello, con el placer de disfrutar, de vez en cuando, con la aparición de un enano sonriente en nuestras vidas.

Fuerteventura 2009

Octopus Fiction

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OCTOPUS FICTION (No confundir con Pulp Fiction)
Dedicado a Manuel

Tras el largo día de jarana, Ramón regresaba a casa en su destartalada furgoneta con los restos de pulpo que Esther, la mejor pulpeira de los alrededores, le había preparado primorosamente en un “túper”, para que pudiese compartir la fiesta con sus padres y hermanos.
La carretera sinuosa, encajada entre majestuosos eucaliptos y robles centenarios, desaparecía en cada curva, empañada por la bruma otoñal que, de madrugada, empapa las arboledas de los bosques gallegos.
A pesar de conocer palmo a palmo el camino, sentía una desazón, una inquietud nueva para él, que nada tenía que ver con el Ribeiro bebido horas atrás.
Tras subir la cuesta del Mirador, el brusco giro a la derecha que, durante años, acostumbraba a tomar con precaución, nunca llegó. Sin comprender porqué, la recta se prolongó durante interminables metros y Ramón con una sensación de alarma creciente, advirtió que la proximidad de los árboles convertía la carretera en un estrecho pasillo de único sentido, con lo que resultaba imposible dar la vuelta.
La única explicación era sencilla: había tomado, sin darse cuenta, un camino secundario que desconocía. Decidió volver, marcha atrás y aterrorizado comprobó que la palanca de cambios estaba encajada en la primera velocidad.
Sin más opciones, avanzó lentamente hasta llegar a un espacioso claro circular, fin del recorrido. Ni siquiera intentó girar para volver atrás porque algo en su interior, le decía que sería inútil.
Una luz blanca, cegadora, cayó sobre la furgoneta y Ramón perdió el conocimiento.

***
Nota del autor.- A partir de este momento y, dada la dificultad de reproducir el lenguaje onomatopéyico de los personajes que intervienen en esta parte del relato, pido disculpas de antemano e incluyo la traducción literal de sus palabras.


VX8.- “Tchek, tic, tic, grupff” (Parece despertar)
Gm3.- “Hic” (Sí)
Gm4.- “Yec tchek” (Eso parece)
Los tres tripulantes de la nave venida del planeta Tecstar, situado a dos millones de años luz de la Tierra, se inclinaron sobre Ramón en el momento justo en que comenzaba a desperezarse.
Al abrir los ojos, la intensidad de la luz blanca le obligó a parpadear varias veces antes de enfocar claramente, tres cabezas de color verde con forma de bombilla y un enorme ojo central que le escrutaban fijamente.
La magnitud del susto le impidió pronunciar palabra alguna.

VX8.- “Deskiii tanchak” (Preparad el traductor)
Gm3.- “Hic, ugfssss” (Sí, a la orden)
Ramón.- ¨¡Joooder!” (Exclamó, por fin, muy bajito, sin entender nada y completamente aterrorizado.)
Gm4.- (Leyendo del traductor, una maquinita parecida a un mando a distancia)
“Dojo tecs moiiik, tic plooofs” (Expresado vulgarmente, realizar el acto sexual)
Los tres visitantes se miraron sorprendidos

VX8.- “¿Plooofs?” (¿Acto sexual?)
Gm3.- “Hic, hic” (Sí, sí)
Gm4.- “Mig, mig” (Je, je)
Todos.- “Mig, mig, mig” (Risas)
Una voz metálica salió de la maquinita que Gm4 sostenía entre cuatro tentáculos
Maquinita.- “¿Qui – én – eres – tú?”
R.- (Sin atender a la pregunta) “La madre que me parió. ¡Joder!”
Gm4.- “Yuc migaaaya, plooofs” (Su madre: plooofs)
Todos.- “Mig, mig, mig” (Más risas)
Ramón miró a su alrededor y observó que varios colegas de los bichos que le estudiaban, estaban en una mesa de operaciones manipulando cuidadosamente en el “túper” que contenía el pulpo a la gallega.
La maquina, con su voz metálica, repitió la pregunta.
Sobreponiéndose al miedo que tenía metido en el cuerpo y empezando a estar harto de la situación, gritó indignado:
R.- “¡Que os den por ......, bichos asquerosos!”
Todos.- “Ggggggg!” (¡Oooooh!)
Gm4.- (Leyendo la traducción literal) “Smakkk tuc, yeye…. (Dudando si continuar y mirando al jefe) .. Pics, Guuurrk ¡¡KAKA!!”
Todos.- “Gggggggg!” (¡Oooooh!)
VX8.- (Muy enfadado) “¡YEEK, nika teeekx, YEEEEKOOO!” (Cuidadito conmigo, chaval, no te pases un pelo. “Me cagüen tus mulas”.)
R.- “Pero, pero… ¿Hombreee! ¿Qué hago aquíii? ¡Quiero volver a mi casaaaa!”
M.- “Qui – én – es- en – pe – que - ña - caja?”, (La máquina cada vez más cabreada)
R.- “¿En la caja? Pues, pulpo a la gallega, ¡el millor manjar da terra! ¡Hala! Coméroslo a mi salud, a ver si reventáis.
VX8.- (Tras escuchar la traducción) “¿COKiiiiiiii, cokochiiii?” (¿Manjaaaar, comidaaa?)
Todos.- “Ggggggg!” (¡Oooooh!)
Tras un alboroto general, todos miraron a la mesa de operaciones y Ramón contempló horrorizado que, mediante una incomprensible cirugía, los hombrecillos verdes habían reconstruido perfectamente al pulpo y se arrodillaban a su alrededor.
Al volver la cabeza, se encontró con el ojo de VX8, esta vez inyectado en sangre y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
VX8.- “Ejjmóoooon, Cokiiiii…… ¡hec YICK! Mig, Mig. (Estúpido, el manjar... ¡eres TÜ! Ja, Ja)
Todos.- “Mig, mig, mig,” “Ñam, Ñam, Ñam” (Traducción obvia y por tanto, innecesaria)
Al ver a todos los “tecstarianos” abalanzarse sobre él con una especie de tenedor en cada tentáculo, Ramón cerró los ojos abandonándose a su suerte trágica.
***
Un tremendo bocinazo como el claxon de un enorme camión, le hizo levantar los párpados.
Al verse de nuevo en su furgoneta, sobre el arcén de la curva del Mirador, Ramón sintió una mezcla de sorpresa y alivio. La luz de la mañana, recién amanecida, le reconfortó y devolvió a una realidad tranquilizadora al observar, en el asiento contiguo, el recipiente con el que salió hacia su casa. ¡Qué locura! (Pensó)
Tras encender un cigarrillo, emprendió el camino de regreso interrumpido, con la resaca de una pesadilla que, afortunadamente, suponía la explicación a lo sucedido.
Todo habría quedado en un mal recuerdo de no ser por el pequeño detalle que horas más tarde descubrió Ramón al abrir el “túper” …… y comprobar que estaba ¡completamente vacío!


Del libro "La Rebelión de los Pucheros"

Siempre Groucho

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Algunas de las citas menos conocidas de Groucho Marx, aunque no por ello, menos ingeniosas. Unos lo acusaban de mujeriego, otros de misógino, en cualquier caso, genial.

* "Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
* "Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción"
* "Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!"
* "He pasado una noche estupenda. Pero no ha sido esta"
* "Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás"
* "El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución"
* "Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente"
* "¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú"
* "Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente esta demasiado oscuro para leer"
* "Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Detrás de ella, esta su esposa"
* "Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína"
* "Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en mi favor"
* "Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo"
* "Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable es que la esconda en el armario. Conozco a un hombre que se encontró con tanta gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir donde colgar la ropa"
* "He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso"

Amores, mal llamados platónicos. Marta Sánchez

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Mi suegra, y ... perdonen que empiece de un modo tan desagradable. Mi suegra, decía, siempre estuvo enamorada patónicamente, de Clark Gable, ese que hacía de Refft Butler en "Lo que el viento se llevó" (entre otras cosas, se llevó mi paciencia, por cierto). La encantan el bigote y esa media sonrisilla de sinvergüenza simpático, detalles que, a buen seguro, le gustan a la mayoría de las señoras con dos dedos de frente. Desde que la conozco, tiene pegada una foto suya en la puerta del armario, resistente a mudanzas y cambios varios. Su hija, heredó esta costumbre, enamorándose en su adolescencia, o sea, hace dos días, de Paul Newman, hasta el día de hoy, a pesar de la evidente huella que el tiempo ha dejado en el fisico del mozo en cuestión. La ortodoxia dice que el platonismo nos lleva desde la "contemplación de la belleza, hasta el conocimiento puro y desinteresado de su esencia" y aquí ya, patinamos. Ni puro, ni desinteresado. En todo momento, nuestros planes incluyen compartir sábanas, lo que convierte el platonismo en un amor frustrado, imposible, sin más. Nadie se encoña con un ideal para compartir una hipoteca, ni para llevar a los niños a un cumpleaños horrible. No imaginamos a la persona amada levantándose por la mañana, nos la imaginamos yendo por la noche a la cama ...con nosotros. Es lo normal. En mi caso esto ha sido así religiosamente, aunque he de reconocer que, periódicamente, he ido cambiando de amor (mal llamado platónico), con el paso del tiempo, según se asentaban mis hormonas y porteriormente, comenzaban a pudrirse hasta adquirir el noble grado de "viejo verde" (que es la misma mente sucia de joven, con la diferencia de que ahora te ríen las picardías) que espero alcanzar en breve, en plenitud de facultades.


En mi adolescencia, mi primer amor, mal llamado platónico (y en este caso, más bien "nada platónico"), fué una señorita llamada Ann Margret, a la sazón sueca afincada en Hollywood, que me abdujo completamente. En una película titulada "Un beso para Birdie" me marcó para varios años, y no me pidan que me extienda en esta parte del relato, ni les dé detalles engorrosos. Más adelante, viendo "La noche americana" de F. Truffaut, conocí a Jaqueline Bisset y me enamoré perdidamente de ella, también con escaso platonismo. Durante tiempo amé a "J.B." (siglas que, todo sea dicho, me resultaban muy familiares, por aquel entonces), hasta que los años comenzaron a hacer mella en mí y, sobre todo, en ella. De improviso, entró en mi vida la mujer atractiva por excelencia, Susan Sarandon  ("Thelma y Louise" entre otras), enviando a la Bisset al banquillo. No era especialmente guapa, pero tenía una fuerza personal que me tuvo cautivo hasta que vino Tim Robbins y se la quedó toda para él. Entonces apareció Nicole Kidman que, con ese "no-sé-qué-tiene-esta-mujer", inocente y salvaje a la vez, ha ocupado mi corazón mal llamado platónico, hasta nuestros días.

Pero, siempre hay un pero, he de confesar que durante estos años, las he engañado vilmente a todas (mal llamado platónicamente, por supuesto) con Marta Sánchez, ese monumento nacional, que ha sido mi musa (nada que ver con la mayonesa), mi deseo reprimido más feroz, mi amante (mal llamada....etc) oculta. Ay!
En la actualidad, cansado de tanto platonismo y tanta majadería, he decidido quedarme con una londinense espléndida, que reúne todos los encantos de las anteriores y es real.
Algún día os la presentaré
Fuerteventura 2009

Qué bonito es el amor

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Cuentan que Sir Winston Churchill cuando entró por primera vez en  el Parlamento, mirando fijamente al nutrido grupo de representantes del partido laborista, que ocupaban los bancos frente a él, comentó con un compañero. "¡Vaya! Así que, aquellos son nuestros enemigos" A lo que su colega respondió: " No, los de enfrente son nuestros adversarios, a sus enemigos los irá encontrando en este lado"
Pues eso.

El efecto Pigmalión

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He pensado mucho ultimamente sobre la influencia que, como padre, haya podido ejercer sobre la personalidad de mis hijos. Siempre temi, dado que no soy ni mucho menos perfecto, que mis errores fuesen una fuente emisora de energía negativa que perturbase su desarrollo como las personas equilibradas y positivas que siempre he deseado.

Hace meses leí una anécdota de Mahatma Gandhi en la que una madre angustiada le pedía que consiguiera que su hijo dejara de comer azúcar compulsivamente. Gandhi la pidió que volviese en dos semanas. Al volver, le dijo al niño, mirando fijamente a sus ojos: "Tienes que dejar de comer azúcar". La madre, agradecida comentó: "Gracias, pero, ¿no podía haberle dicho esto mismo hace dos semanas?" y Gandhi la contestó: "Sí, pero entonces yo también comía azúcar"

Ante esta perspectiva, consciente de que nunca he poseido la necesaria capacidad de sacrificio para actuar con semejante rectitud, la impresión de que mis desastres personales pudiesen haber influído en su desarrollo más que mis éxitos, me creaba una duda responsable. Sin embargo, mi actitud siempre ha sido positiva. Siempre he esperado de ellos únicamente lo que pudiesen dar de sí, en la medida de que su felicidad estuvise por encima de todo. Creo que así lo entendieron siempre y en todo momento se han sentido valorados. Hoy descubro con una inmensa satisfacción que han cumplido con creces mis expectativas que, en definitiva eran las suyas propias. Me siento orgulloso de ellos y en paz conmigo mismo. 
Según la mitología griega, el escultor Pigmalión esculpió una estatua de la que sería su mujer ideal. Era tal la fuerza de su deseo que los Dioses le concedieron su favor y así nació Galatea. Este llamado "Efecto Pigmalión" según el que la intensidad de una expectativa provoca una mayor probabilidad de que se cumpla, ha sido junto a un ambiente familiar amable, al margen de dramatismos catastrofistas, el secreto de este pequeño, pero importante éxito personal.

En una escuela, un pedagogo llamado Rosenthal, escogió un grupo de alumnos al azar y les comunicó que su capacidad era muy superior a la del resto. A final del curso este grupo avanzó intelectualmente por encima de los demás.
Mandemos mensajes positivos a nuestros hijos. Pensemos que, lo que esperemos de ellos será transmitido y posiblemente se cumplirá.
Ya sé que no es fácil.

Arroces prohibidos

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“Cualquier arroz digno, es bueno y ninguno es igual al otro”
Esta podría ser la máxima para entender que conseguir el arroz perfecto es muy difícil y hacerlo siempre es imposible.
Debemos ser flexibles a la hora de valorar los arroces que probamos, pero ¡atención¡ ...
Hay algunos arroces que ocultan una auténtica trampa. Son los temidos “arroces - virus” que intentaré describir a continuación.


“Paella – guiri”


Peligrosidad: muy alta (9,5)
Difusión: media
Aspecto: alargado y vaporizado
Daño: acojonante


El rótulo “PAEL-LA ESPANOLA” se puede encontrar en cualquier parte del mundo, en el restaurante más insospechado, en cualquier momento. ¡¡Cuidado, chaval!! Detrás de él se encuentra uno de los más peligrosos “arroces –virus” el conocido como “paella-guiri"
Se reconoce fácilmente por el guión entre las dos eles y la sustitución de nuestra “ñ” nacional por una triste y delatora “n” en el texto de reclamo que observamos en el cartel de la puerta y que más o menos reza: “The authentic Pael-la espanola. ¡¡Great¡¡” con las lógicas variaciones de estilo de local e idioma del país en cuestión.
Ataca directamente al aparato digestivo, provocando copiosas diarreas seguidas de un interminable estreñimiento. Nos amarga las vacaciones y corremos el riesgo de odiar de por vida cualquier tipo de arroz.


Métodos de combatirlo


Si se cruza en nuestro camino, la única salvación es huir inmediatamente del lugar, a ser posible corriendo sin mirar atrás. Si vamos con la familia debemos asegurarnos de que ningún miembro de la prole entre al local sin que lo podamos evitar. En caso de ser la suegra, recomiendo abandonarla a su suerte, en beneficio del resto.
Jamás debemos caer en la tentación de entrar en el restaurante por muy sentimentales que nos pongamos y muchas hamburguesas que llevemos a nuestras espaldas.
Cuando no se puede resistir la morriña y accedemos al local, el sistema es, antes que nada buscar rápidamente a alguien que esté comiendo pael-la y acercándose discretamente, observar su aspecto,…el del arroz, o sea.
Si el arroz presenta un aspecto alargado, bien blanquecino o por el contrario de un amarillo chillón, si se observan cáscaras de bichos que no habíamos visto antes ni en las películas de ciencia-ficción y presenta en la superficie partículas de migas de atún en aceite, muchos guisantes y verduritas de colores, ¡cuidado!: No hay duda señores. Estamos ante una virulenta “paella-guiri” que, de llevar trocitos de coliflor en vinagre, constituiría uno de los más temibles “arroces-virus” conocidos hasta el momento. En este caso aconsejo el “Método Ripollés”, así llamado por su inventor: D. Dalmacio Ripollés, conocido industrial leridano, quien lo ha aplicado a lo largo del mundo en innumerables ocasiones con un rotundo éxito y que podrás solicitar en el correo electrónico arrozvirus@ripolles.org , dado que en estos momentos, lamentablemente, no dispongo de la cantidad que D. Dalmacio, como buen empresario catalán, me exige por incluirlo en estas líneas.


“Giga-paella”



Peligrosidad: alta (8,5)
Difusión: baja
Aspecto: indescriptible
Daño: alto


A lo largo de nuestra geografía nunca falta la localidad que, en un momento de euforia y especialmente en verano, toma la decisión incomprensible de llamar la atención con una paella multitudinaria que además intenta año tras año ser más grande que la anterior.
Nada más lejos de una paella como es debido, que una paella gigante. Agigantar una paella es joderla completamente, ultrajando sus principios básicos en beneficio de la cantidad y de retorcidos intereses municipales, sindicales o lo que sea. En definitiva, la “Giga-paella” además de ser un innecesario “arroz-virus” es una horterada como la copa de un pino.
Nada más gráfico que el siguiente testimonio:


“El día que comimos paella peligrosamente”
Relato de Saturnino Bisagra (Horcajuelo del Pardillo 1968)


“Me costó trabajo convencer a mi novia, pero por fin estábamos los dos, aquella maravillosa mañana de domingo, en mi flamante moto, camino de la pradera de San Nicolás.
No podía imaginar que este día vería a Mari Carmen por última vez.
Cuando llegamos, estaban descargando con una grúa amarilla la enorme paella de aluminio donde Don Justo, el alcalde, bajo el lema “A mí a cojones no me gana nadie” se había propuesto hacer una paella para dos mil comensales, exactamente quinientos más que el arroz del pueblo vecino de Venturilla con quien mantenemos desde siempre una malsana rivalidad.
Los sacos de trozos de verduras, despojos de pollo y cosas congeladas, fueron llegando al recipiente, conformando un revoltijo aceitoso que dio paso a múltiples cubos de agua turbia y por fin, al desparrame de los sacos de arroz torpemente distribuidos y repartidos con enormes remos roñosos, por cuatro elementos empapados en sudor y grasa, más próximos a los cuatro jinetes del Apocalipsis que a una cuadrilla de cocineros.


Mediante minuciosas técnicas de despiste, conseguí que Mari Carmen no observase con mucho detalle las repugnantes manipulaciones anteriormente descritas y llegado el momento nos aproximamos a la paella con nuestro plato y cuchara de plástico, dispuestos a saborear el resultado de aquel despropósito, junto a los dos mil vecinos y otras tantas moscas a las que nadie había invitado.
Es muy difícil para mí describir el aspecto del arroz en los platos. Ella me miró con un gesto mitad duda, mitad súplica y yo asentí con la cabeza para que, al tiempo, probásemos la primera cucharada. ...Entonces sucedió.
Fue todo muy rápido. Al “crack” inicial le siguió un grito ahogado e inmediatamente Mari Carmen escupió en su plato dos premolares, un incisivo y una tuerca del nº 7 que estaba camuflada trágicamente tras una cáscara de gamba. 
Han pasado los años y aún conservo en mi retina la última imagen de Mari Carmen con el rostro descompuesto y un remo renegrido en sus manos, instantes antes de romperme la crisma y lanzarme al interior de la paella.”

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SATURNINO vendió su Yamaha para comprar un precioso vestido de fallera con el que se gana la vida quedándose inmóvil sobre un pedestal durante horas, todos los domingos en el Rastro de Madrid, junto a la estatua de Cascorro.
DON JUSTO no fue reelegido y cada miércoles monta un puesto de alpargatas y bragas en el mercadillo de Venturilla, soportando chanzas y chirigotas de sus antiguos vecinos y rivales.
MARI CARMEN contrajo matrimonio con el dentista de Horcajuelo del Pardillo. En la actualidad es su alcaldesa por el “PUAG” (Pueblo Unido contra los Arroces Gigantes) partido del que es fundadora y presidenta.
LOS DOS MIL COMENSALES se recuperan todavía del choque traumático producido al confundir la cabeza de Saturnino que sobresalía entre pelotones de arroz, con un “tropezón” mas de la “Giga-paella”
LAS MOSCAS fallecieron en cantidad aún por determinar tras chupar del recipiente. Nunca más se han observado moscas en verano cerca de la pradera de San Nicolás.
LOS CUATRO COCINEROS han sido vistos por los alrededores con túnicas butano, la cabeza rapada y murmurando algo así como “Hare, hare, hare krishna, hare, hare....” sin parar.


Del libro "La Rebelión de los Pucheros"

A pares. El personaje lo merece

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Dos frases de la misma persona, que demuestran mi teoría de que la inteligencia y el sentido del humor van unidos. Es más, se necesitan mutuamente para brillar.

"La mente que se abre a una nueva idea, jamás vuelve a su tamaño original"
Albert Einstein

"En mi vida sólo he tenido tres ideas. Una, francamente buena, otra, no tanto y de la tercera no me acuerdo"
El mismo (aunque no lo parezca)

¿Alguien tiene una definición mejor?

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"El amor es el espacio de tiempo que va desde que das el primer beso apasionado a tu pareja, hasta el momento en que descubres que es lo más parecido a un besugo"

Edgar Neville