Golf y amor

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                                                                      Campo de golf de Playitas Fuerteventura

A veces, cuando menos lo esperas, algo entra en tu vida sin tan siquiera llamar a la puerta de tu corazón, sin permisos ni protocolos. El golf me infectó hace ya demasiados años y lo conservo latente como un grito reprimido, un vicio sano y oculto que exprimiré siempre que pueda, hasta la muerte. Fiel y generoso, deseado y madurado con la paciencia de un amante entregado hace tiempo, que nunca se cansa de esperar por lo gratificante de la recompensa.
Y, ya puestos, hablando de paciencia de amante, de repente descubres que toda tu ternura proyectada al vacío, el fuego de tu corazón malgastado y las ansias de caricias interminables y reprimidas, recíprocas, se están perdiendo en la distancia sin saber porqué. Te das cuenta de que esa sensación de arropar a un ser querido mientras duerme, de esa sonrisa al despertar o la mirada cómplice de un silencioso paseo junto al mar, no están a tu alcance aún sabiendo que podrías disfrutarlas, amarlas, amarla.
El tiempo no es nada frente al deseo. No me doy por vencido. Estoy convencido, porque lo deseo con todas mis fuerzas, de que lo conseguiré.
Y si no, al tiempo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

rick es dificil pensar que este deporte lo pueda practicar cualquiera, creo que es previlegiado solo para algunos igual estoy equivocada, con Severiano me entro el gusanillo ,pero se apago pronto .

Rick dijo...

Hola jackie
No creas que es tan exclusivo. Antes, tal vez. Ahora con un medio juego de segunda mano (50 €) y 3 ó 4 euros para tirar bolas, puedes aprender, hacer ejercicio, divertirte y respirar aire fresco.
Saludos