El Negocio de...¡perdón! el Camino de Santiago

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Por razones que no vienen al caso, llevo leido sobre el Camino, mucho más que la media de los mortales y lo he vivido superficialmente - o sea, de mentira - como espectador, en varias ocasiones. Este año Xacobeo, lo estoy viviendo en primera persona con un grupo de amigos canarios, en una ruta del Camino Francés, desde Sarria (Lugo) y estoy sorprendido. De la esencia inicial no quedan más que los carteles señalizadores, la belleza del paisaje y la buena fé de cientos de peregrinos que, pese a las dificultades, lo realizan sin rechistar.
No digo que tenga que ser como en sus orígenes, en los que los caminantes viajaban sin nada y todo se les ofrecía generosamente a lo largo del recorrido: hospedaje, comida, bebida y cariño. Lo que no esperaba es encontrar una permanente sensación de negocio emergente, con nuevos albergues privados, retaurantes, áreas de servicio, frente a la decadencia -próxima a su desaparición, si nadie lo impide- de los albergues municipales, prácticamente abandonados, cobrando el doble por ofrecer la quinta parte de lo habitual.
Parece mentira que la administración -la Xunta, en definitiva- no tome cartas en el asunto, teniendo en cuenta que dichos alojamientos son el escaparate del 70% de los peregrinos que vienen de todo el mundo y que el Camino supone una importante fuente de ingresos que merece ser cuidada en lugar de convertirse en un miserable sacaperras de los peregrinos que -el tiempo lo dirá- no son idiotas y pasarán factura con su indiferencia. ¡Lamentable!

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